Publicado el 26 de enero de 2022

Claves para la transición energética en España

La transición energética es una de las prioridades de todas las economías avanzadas. España está cumpliendo con sus compromisos de reducción de emisiones, pero la fijación de unos objetivos más ambiciosos por parte de la Unión Europea obliga a redoblar los esfuerzos. Nuestro país está siendo un ejemplo de diligencia en cuanto a la reducción […]

La transición energética es una de las prioridades de todas las economías avanzadas. España está cumpliendo con sus compromisos de reducción de emisiones, pero la fijación de unos objetivos más ambiciosos por parte de la Unión Europea obliga a redoblar los esfuerzos.

Nuestro país está siendo un ejemplo de diligencia en cuanto a la reducción de emisiones. Sin embargo, tenemos que dar un paso adelante si queremos afrontar una auténtica transición energética. “Según nuestro informe ‘Net Zero Economy Index’, España disminuyó la intensidad de sus emisiones de carbono un 7,9% en 2020, entendidas éstas como las emisiones de CO2 por unidad de PIB. En comparación con los países del G-20, es uno de los países que más ha reducido la intensidad de sus emisiones de carbono en los últimos años. No obstante, este esfuerzo es todavía insuficiente y España tendrá casi que duplicar su ritmo de descarbonización anual —en términos de CO2/PIB) de aquí al 2100 para limitar hasta el 1,5 ºC el incremento de la temperatura del planeta”, detalla Pablo Bascones, socio responsable de sostenibilidad en PwC.

Igualmente, Pedro González, director de Regulación de la Asociación de Empresas de Energía Eléctica (aelēc), advierte que “nos encontramos al inicio de este proceso”, por lo que la transición energética de nuestro país tiene un largo camino por delante. “Aunque es cierto que hemos cumplido con los objetivos fijados en 2020, por los que había que reducir las emisiones en un 20% e introducir renovables en una cantidad igual, la nueva ambición de la Unión Europea y la globalización del problema ambiental hacen que los esfuerzos que tenemos que hacer sean muy superiores: en apenas una década, debemos pasar en Europa de una reducción del 20% al 55% si queremos alcanzar una economía neutra en carbono en 2050”, indica.

Objetivos ambiciosos para la transición energética

“Los compromisos españoles están alineados con los europeos y están consagrados tanto en el proyecto de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética como en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que se encuentran en ejecución. Tras la COP26, esos objetivos se han reafirmado”, afirma María Jesús González, secretaria general de la Asociación para la Transición Energética (ATE).

“El proyecto de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética establece algunos objetivos de descarbonización, tales como reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de un 20% para el 2030 y ser 100% neutros en carbono para 2050; alcanzar el 35% de energías renovables en el consumo energético final para 2030 y el 100% en la generación del sistema eléctrico nacional para 2050; alcanzar el 70% de la generación de energía eléctrica con fuentes renovables para 2030; o mejorar la eficiencia energética reduciendo el consumo de energía primaria al menos en un 35% con respecto a la línea de base para 2030”, detalla.

José Manuel Suárez, CEO de IMEnergy, afirma que “las previsiones para España, si bien son ambiciosas, son conseguibles con las herramientas adecuadas”, aunque admite que “el camino que tenemos que recorrer es largo, ya que hay mucho trabajo por realizar”.

Hemos de tener en cuenta que la urgencia climática en la que nos hallamos obliga endurecer los objetivos. “Hay que ser rápidos. Llevamos desde la Cumbre de la Tierra de 1972 hablando del problema del cambio climático. Sin embargo, las emisiones brutas globales han pasado de 16.000 millones de toneladas de CO2 en el año 1972 a 34.000 millones en 2020 —según datos de Statista—. Además, hemos aumentado 1,2 ºC respecto a la era preindustrial, y todo lo que sea superar 1,5 ºC genera un impacto irreversible”, afirma Bascones.

De este modo, advierte que “los distintos países deben incrementar aún más la ambición climática aprobada en la COP26”. “Para alcanzarla, tenemos que ser capaces de reorientar los flujos de capital hacia actividades más verdes. Asimismo, es necesario seguir innovando en tecnología, ya que, a pesar de haber avanzado mucho en la materia, las distintas estimaciones de expertos indican que con todos los avances tecnológicos disponibles no conseguiríamos reducir la totalidad de las emisiones planteadas”.

Además, el CEO de IMEnergy reseña que “los paquetes de medidas a destinar al cumplimiento de dichos objetivos deben ser graduales, pero continuos y con una dirección clara”. Asimismo, pone el acento en que “el marco legal tiene que ser estable y, además del necesario apoyo de las instituciones y entidades que participan de alguna forma en las tramitaciones y ‘permisología’ de los proyectos, deben estimularse las inversiones, que son el otro gran valor que debe sumarse al plan: la inversión privada”.

Renovables y electrificación

Suárez destaca el papel de las renovables en esta transición energética. “La energía renovable es una de las principales claves de la recuperación económica y un paso imprescindible para lograr un futuro sostenible. Durante el último año, y a pesar de la situación sanitaria, los datos han confirmado el crecimiento del sector solar. En 2021, España ha estado a un nivel de crecimiento únicamente por detrás de Alemania, lo que nos consolida como uno de los principales mercados de energía solar, con 3,8 GW de nueva capacidad instalada”, puntualiza.

Asimismo, el portavoz de aelēc asegura que los nuevos objetivos exigen “cambios importantes para descarbonizar la energía”. “Los objetivos son ambiciosos, pero alcanzables. No obstante, hay que profundizar más. Por el lado de la producción eléctrica, hay que seguir incrementando la entrada masiva de energías renovables. Por el lado del consumo, el consumidor debe contar con herramientas para electrificarse y asegurar que se maximiza la integración de renovables en el sistema. Además, hay que proponer planes para descarbonizar el transporte, los edificios y la industria. La forma de acelerar este proceso es a través de la electrificación de los consumos energéticos de estos sectores”, detalla.

Al hilo de ello, remarca que “la electricidad debe pasar a ser el principal vector de la descarbonización, porque garantiza una producción libre de emisiones mucho antes de 2050”. “En nuestro caso, en 2030, si se cumplen los objetivos del PNIEC, más de cuatro de cada cinco unidades producidas de electricidad estarán libres de emisiones. Pero no basta con esto, porque el grado de electrificación de la economía es inferior al 25%. Hay que apostar por la electrificación si queremos llegar a los objetivos marcados”, añade.

Responsabilidad de todos

El CEO de IMEnergy también hace hincapié en la necesidad de “colaborar en la sostenibilidad a todos los niveles, tanto institucional como privado, empezando por lo personal”. Por ejemplo, estimulando el reciclaje o mejorando la eficiencia energética de los edificios y de los diferentes procesos industriales. “Todo ello es necesario para acortar el camino hacia la descarbonización, que no se basa únicamente en utilizar energía que proceda de fuentes renovables, sino disminuir su consumo y hacerlo más eficiente”, matiza.

Por ejemplo, con el fin de cumplir con los objetivos fijados por el PNIEC hasta 2030, la Asociación de Empresas Constructoras y Concesionarias de Infraestructuras (SEOPAN) estima que será preciso acometer inversiones por valor de 22.431 millones de euros en la mejora de la envolvente térmica y las instalaciones térmicas de 1,2 millones de viviendas, 3.671 millones en medidas de eficiencia energética en el sector terciario y otros 6.333 millones en la mejora de la eficiencia de grandes instalaciones de climatización e infraestructuras públicas de alumbrado.

Además, considera que habrá que invertir 91.765 millones en la instalación de 39.000 MW de potencia fotovoltaica y 20.000 MW de almacenamiento, así como 9.918 millones en infraestructuras de recarga para favorecer la consolidación del vehículo eléctrico.

Por otra parte, se aprecia un compromiso creciente por parte de las organizaciones en torno a la transición energética. Según el informe ‘Remodelando el futuro: cómo la transición energética está impulsando nuevos modelos de energía y servicios públicos’, elaborado por el Instituto de Investigación Capgemini, el 62% de las empresas españolas pertenecientes del sector de energía y utilities consideran prioritario adoptar modelos de nuevas energías para garantizar su supervivencia. Asimismo, el 74% de las compañías nacionales consultadas indican que el principal impulsor del cambio a modelos de nueva energía es el deseo de mitigar el impacto del cambio climático.

Sin embargo, la mayoría de las organizaciones carece de una estrategia global de transición. Sólo el 42% de las empresas de España afirma que ya está desarrollando una estrategia de negocio que incluye la adopción de modelos de nuevas energías. Además, el 40% no la tiene definida y reconoce no tener previsto implantarla de forma inmediata.

En cuanto a los nuevos modelos energéticos, el modelo de combustibles alternativos es el preferido por las empresas españolas (34%), por delante del modelo de fuentes de energía limpia (18%) y del modelo de plataformas energéticas (16%). Finalmente, el 72% de las organizaciones estudia la posibilidad de adoptar un modelo de solución de almacenamiento de energía.

Vencer las resistencias

La consecución de las metas fijadas también se encuentra con algunos posibles obstáculos. Bascones apunta que el primero de ellos es “la falta de conciencia y de confianza en los científicos, que son los verdaderos especialistas sobre lo que ocurre en nuestro planeta”. Aunque reconoce que “cada vez menos voces se atreven a discrepar”.

Otro inconveniente es la falta de consenso político. “La reticencia de determinados países hace que sea complicado fijar compromisos globales. En la última COP hemos avanzado mucho, pero aún es necesario incrementar nuestra ambición climática”, observa el experto de PwC. Igualmente, la secretaria general de la ATE incide en este punto. “Es imprescindible abordar las medidas desde las necesidades y recursos disponibles y hacerlo al margen de las controversias ideológicas y de las contingencias políticas. No parece que ese haya sido ni sea el contexto en el que estamos”.

El director de Regulación de aelēc también pone el foco en los obstáculos administrativos. “Nos referimos a los retrasos en la tramitación de, por ejemplo, el despliegue de puntos de recarga o de los permisos ambientales, ya que suponen importantes barreras que hay que eliminar”.

También existen barreras tecnológicas. “Hemos avanzado mucho, pero todavía requerimos de nuevos desarrollos. Apalancar toda nuestra transformación sólo en renovables, a día de hoy, no es viable. Debemos incrementar la I+D+i, evaluar con qué energía de respaldo contamos durante la transición e invertir en sistemas de almacenamiento de energía, entre otras muchas cosas”, señala Bascones.

Por ejemplo, el representante de aelēc reconoce que existen obstáculos tecnológicos en la industria de altas temperaturas, “en las que todavía se está trabajando para encontrar las soluciones a implementar”. En este caso, especifica que “el hidrógeno verde, a través de electrólisis con producción renovable eléctrica, es la tecnología más prometedora”.

Asimismo, Suárez apuesta por “compromiso claro por la innovación y el perfeccionamiento de tecnologías que nos ayuden a optimizar aspectos como la hibridación; es decir, ir hacia sistemas de almacenamiento económicos y fiables y avanzar hacia un mix de generación renovable y gestionable a partes iguales”.  

Además, el socio de PwC recalca que se requiere un cambio de comportamiento. “Es necesario interiorizar que quizá tengamos que cambiar nuestros patrones de consumo y apostar por productos cada vez más verdes y por implantar medidas de economía circular en nuestro día a día”. De igual manera, la secretaria general de la ATE remarca la necesidad abordar “cambios de estilo de vida” y de alcanzar un “consenso social”.

Mejor que nuestros vecinos

Aunque la transición energética en España todavía tiene que avanzar mucho, la situación de partida es positiva. “La intensidad de emisiones de CO2 española fue de 129 tCO2/PIB (toneladas de CO2 por cada millón de dólares de PIB) en el año 2020; mientras que la mundial fue de 262 tCO2/PIB, y la de los países de la Unión Europea fue de 140 tCO2/PIB. China, por ejemplo, tuvo una intensidad de emisiones de 434 tCO2/PIB”, especifica el experto de PwC.

No obstante, hay varios puntos de mejora. “El grado de electrificación es parecido al de la media europea, pero muy por debajo de, por ejemplo, los países escandinavos. En cuanto a la presencia de renovables, contamos con un importante despliegue, pero lo más importante es que tenemos un potencial de producción de renovables muy importante, por nuestros abundantes recursos eólicos y solares. Esto nos facilitará no sólo una transición efectiva, sino liderar el proceso en Europa”, augura el representante de aelēc.

En esta misma línea, Suárez opina que “España es uno de los países mejor dotados para llevar a cabo la transición energética”. “Apostamos por la energía solar —fotovoltaica y termosolar— como principal fuente de producción energética porque nuestro país recibe de media unas 2.500 horas de sol al año, muy por encima de la mayor parte de países europeos. Además, las empresas españolas están a la vanguardia de las tecnologías renovables, lo que nos da una posición privilegiada para poder ser una referencia a nivel mundial durante muchos años”, concluye.

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