Las restricciones a la movilidad consecuencia de las medidas de mitigación del COVID-19 han representado un shock sin precedentes para la economÍa, tanto para el precio del petróleo y las energías renovables como por el lado oferta como de la demanda.
Un reciente informe de la Agencia Internacional Energía (International Energy Agency, IEA) puntualiza que en Estados Unidos se estima que la destrucción de empleo ha sido 10 veces más rápida que tras la caída de Lehman Brothers en 2009. Esto se traduce naturalmente en menor demanda de energía. La IEA estima que se ha contraído un 3.8% en el primer trimestre de 2020, con la mayor parte del impacto registrado en marzo. De igual forma, los datos disponibles sugieren que los países con restricciones totales están experimentando de media una caída en la demanda de energía de un 25% semanal, mientras que aquellos con restricciones parciales, un 18%.
Combustibles fósiles: Carbón y petróleo, las fuentes de energía más afectadas por la crisis del coronavirus
El carbón se ha visto particularmente afectado. Ha caído un 8% en el primer trimestre de 2020, comparado con el mismo periodo de 2019. China, una economía basada en carbón, ha sido el país más afectado en este trimestre. El gas barato y los renovables, junto a un clima más suave, han impactado en el uso de esta fuente energética. Cierta recuperación en China podría ubicar la caída a finales de año en un 5%.
El petróleo ha sido golpeado fuertemente, con una caída de un 5%, afectado por las restricciones al transporte terrestre y aéreo, que representa un 60% de la demanda global. Para finales de marzo, la actividad de transporte terrestre se encontraba un 50% por debajo del promedio de 2019 y la aviación un 60%. Adicionalmente, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) espera que la utilización de capacidad de vuelos se ubique en un 65% debajo de los niveles de 2019 en el segundo trimestre de 2020, un 40% el tercer trimestre y un 10% el cuarto.
La demanda de petróleo por la crisis del coronavirus se proyecta cayendo más de 9 millones de barriles diarios en comparación con 2019, llegando a niveles de consumo de 2012. La recuperación en la segunda mitad del año se espera que sea gradual a medida que los niveles de actividad aumenten, y no se espera que alcance los niveles pre-crisis antes de final de año.
Resilencia de las energías renovables
La generación global de electricidad ha sido un 2.6% más baja en el T1 de 2020 en comparación con el T1 de 2019. No obstante, la generación de electricidad basada en energías renovables ha aumentado un 3%, principalmente a causa de un incremento de dos dígitos en la generación eólica y de un aumento en las fotovoltaicas, producto de nuevos proyectos concluidos año pasado. La proporción de energía renovable en el T1 de 2020 alcanzó un 28%, un incremento de dos puntos porcentuales respecto al mismo periodo de 2019.
Por el momento, se considera que las energías renovables han sido las fuentes que mejor han resistido al COVID-19. La electricidad renovable no ha sido impactada, mientras que otros usos sí lo han hecho. El uso de renovables en todos los sectores se ha incrementado en un 1.5% respecto al 2019.
El pronóstico general es que el uso de renovables aumentará un 1% en 2020 mientras que el destinado a la generación eléctrica lo hará en un 5%. Este crecimiento es menor al esperado antes de la crisis. Una recuperación más rápida no tendría mucho impacto en la producción de energía eléctrica, pero sí permitiría que se terminen más proyectos. Lo más destacable es que aun en caso de que la recuperación económica fuera más lenta, el uso de renovables mantendría su ascenso.
Ritmo de la transición energética
Un estudio del Real Instituto Elcano muestra dos posibilidades en cuanto a la transición energética a una economía verde. Por un lado, la caída en el precio del petróleo y el gas podría ocasionar que las renovables pierdan competitividad. Además, las crisis sanitarias y económicas podrían distraer la agenda de los gobiernos y requerimientos presupuestarios para reactivar las economías podrían tener precedencia. Una variable clave a monitorizar a nivel global es el comportamiento de los mercados de capitales en términos de financiación a las renovables, así como su cadena de suministros global.
En el caso europeo, el estudio agrega que si un plan de estímulo ¨verde¨ se adopta como una estrategia de COVID-19, políticas parte de los planes integrados de energía y clima pueden implementarse de forma predecible para alcanzar la meta colectiva de convertirse en la primera economía neutral en 2050. De forma contraintuitiva, la caída en los precios de los combustibles fósiles y las políticas económicas y energéticas en respuesta a la crisis podrían favorecer la economía verde. Esto en parte porque la sostenibilidad y los valores ambientales continúan ganando terreno en Europa (y en España). Estas actitudes respecto al medio ambiente pueden limitar parcialmente el atractivo de los precios bajos de los combustibles fósiles.
Situación actual de las energías renovables en 2020
En la actualidad, la industria de las energías renovables está consolidada y ha demostrado ser capaz de atraer a pequeños y grandes inversores, que pueden acceder a fuentes de financiación.
Por otra parte, la inversión en combustibles fósiles ha perdido atractivo: corren el riesgo de convertirse en activos varados y sujetos a restricciones que puedan hacer su financiación más difícil o costosa. Parece ser que aumentar la exposición a renovables es la estrategia a seguir, y es lo que muchas compañías europeas de petróleo y gas ya están haciendo. En efecto, según el estudio, el colapso de los precios de estos commodities ha aumentado el perfil de riesgo de la industria de los combustibles fósiles.
El inversor puede preferir la predictibilidad de la regulación de las renovables. Además, los costes decrecientes de generación de energías renovables, la evolución de las baterías y la eficiencia de los vehículos eléctricos podrían darle aún más lógica económica a lo antes descrito.
Previsión de la transición energética post COVID-19
El panorama energético post COVID-19 podría ser muy distinto a lo que se haya visto antes. La crisis tendrá también un impacto en la inversión y podrían surgir preocupaciones sobre la seguridad energética.
Existe también la posibilidad de que la disminución de emisiones de 2020 sea solo temporal si no se ejecutan cambios estructurales. Recuperaciones de crisis pasadas según la IEA han causado rebotes en las emisiones, como sucedió en 2010.
Sin embargo, lo económico y lo ambiental podrían no entrar en conflicto esta vez. En palabras de la International Renewable Energy Agency (IRENA), impulsar una transformación energética basada en las renovables es una oportunidad para cumplir con los objetivos climáticos internacionales mientras se favorece el crecimiento económico, se crean millones de empleos y se mejora el bienestar humano. «Los paquetes de estímulo fiscal posteriores a la COVID-19 brindan la oportunidad de iniciar una recuperación ecológica y transformadora, con la creación de empleos verdes», dice Mark Radka, experto en energía y clima del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).
El futuro de la transición energética dependerá en gran medida de la evolución de las preferencias del consumidor y de decisiones críticas de inversión en capacidad de generación y de la coordinación de políticas. Aún queda mucho por recorrer a medida que se afrontan las nuevas realidades económicas.