Publicado el 14 de abril de 2023

La patronal eólica exige al Gobierno más velocidad administrativa para cumplir las expectativas

En 2022, las renovables representaron en torno el 42% de la producción eléctrica en España. En un año marcado por un fuerte descenso de la producción hidráulica, nuestro país ha sumado otros 4,6 GW de renovables (1,2 GW eólicos y 3,4 GW fotovoltaicos), con lo que la capacidad de generación renovable asciende ya a más […]

En 2022, las renovables representaron en torno el 42% de la producción eléctrica en España. En un año marcado por un fuerte descenso de la producción hidráulica, nuestro país ha sumado otros 4,6 GW de renovables (1,2 GW eólicos y 3,4 GW fotovoltaicos), con lo que la capacidad de generación renovable asciende ya a más del 58% del total del parque. Dentro de las renovables, la energía eólica tiene una posición clave. En 2022 alcanzó un récord de generación con más de 61.000 GWh, equivalente a un 24% de la electricidad que consumimos. Sin embargo, desde la Asociación Empresarial Eólica (AEE) se demanda más agilidad a la Administración para atraer inversión y cumplir las previsiones del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC). La eólica marina lleva dos años esperando la regulación que permita iniciar los primeros proyectos.

Entre las fuentes de energía renovables, la generada a partir del viento es la niña mimada dentro de la estrategia nacional que debe conducir a la transición energética del sistema eléctrico español con algo más del 70% de la energía de origen renovable para 2030. De los 157 GW previstos en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030(PNIEC), cerca de un tercio (50 GW) deben ser eólicos, pero a la patronal del sector no le salen las cuentas por el momento, ya que el ritmo actual de incremento de eólica está por debajo del planificado. La razón principal: la velocidad de tramitación administrativa que, para la AEE, no ha sido ni suficiente ni lineal.

El balance de la propia AEE indican que durante el pasado año se instalaron en España más de 1.200 MW eólicos, un año en el que se registraron máximos históricos, como el del 21 de noviembre, con 416 GWh de producción eólica (64% de la demanda diaria peninsular). La eólica creció en 843 MW en 2021, y en 1.683 MW el pasado año.

Sin embargo, desde la patronal del sector no se dan por satisfechos, y reclaman una mayor agilidad administrativa para cumplir los compromisos del (PNIEC). Uno de los objetivos del plan que coordina el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico es “una reducción de un 23% de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) respecto a 1990”. Esa meta implica eliminar una de cada tres toneladas de gases de efecto invernadero que se emiten actualmente. Se trata de un esfuerzo coherente con un incremento de la ambición a nivel europeo para 2030, así como con el Acuerdo de París.

Pese a este propósito, fuentes de la AEE señalan que, para lograr alcanzar ese objetivo, “la energía eólica debería incrementarse en 2.200 MW anuales, luego estamos por debajo del objetivo marcado”.

“La eólica ha demostrado que es una pieza fundamental para la defensa de la competitividad de la economía española y para la creación de un nuevo modelo económico más independiente del exterior -explican desde la AEE-. Al reto de seguir avanzando en la transición energética se ha unido el de reducir la dependencia energética de la UE. Sin embargo, el ritmo actual de incremento de eólica está por detrás del planificado en el PNIEC. La razón principal es la velocidad de tramitación administrativa, que no ha sido ni suficiente ni lineal. A modo de ejemplo, hemos pasado de estar tramitando 50 MW eólicos por trimestre a principios de 2021, a 1 GW en el último trimestre de ese año, 4 GW en el último trimestre de 2022 y 7 GW en el primer mes de 2023”.

Aunque la tendencia en la aprobación de los proyectos apunta al alza, al menos, para la patronal eólica “el efecto de pasar de una sequía de proyectos a una acumulación masiva, motivada por el cumplimiento de unos hitos en la regulación, aunque pueda aportar un escenario teórico favorable a futuro, genera tensiones industriales y saturación en la cadena de suministro que suponen un reto para la cadena de suministro”.

En este sentido, el presidente de esta industria, Juan Diego Díaz Vega, advertía este mes de febrero durante la jornada ‘Eólica y Mercado’, organizada por la AEE en Madrid, que “las tecnologías que deben aportar flexibilidad a las renovables no están penetrando al nivel necesario (…) y, salvo que algo cambie, a dos años vista, el sistema no podrá acoger la generación renovable que prevemos en base a las autorizaciones otorgadas”.

El sector, en definitiva, reclama que la industria eólica vea asegurada su sostenibilidad a lo largo de toda la cadena de valor para mantener su desarrollo y a la vez seguir siendo competitiva. Por ello, reclama tener visibilidad de mercado a más largo plazo, y no sólo a dos años vista, a fin de realizar una planificación estratégica que permita una optimización de sus costes.

La polémica subasta de energías renovables

Respecto al resultado de la última subasta de renovables, celebrada el pasado mes de noviembre, donde apenas se cubrió una mínima parte de los MW licitados y que motivó una nueva petición de las empresas del sector eólico al Gobierno para acelerar la tramitación de instalaciones renovables, desde la AEE se incide en el hecho de que, aunque el modelo de subastas en España se ha rediseñado y afinado con el tiempo, aún quedan aspectos mejorables: “Hay que conseguir recuperarlas como herramientas atractivas y eficaces para la incorporación de potencia renovable en el sistema, porque siguen siendo necesarias”, insisten.

Para ello, en opinión de la patronal, “es necesario diseñar las subastas para maximizar los beneficios que las diferentes tecnologías aportan a la sociedad y la economía. Esta última subasta mantenía cupos por tecnología, un cambio positivo; sin embargo, el enfoque exclusivo a precio se ha demostrado erróneo y, sobre todo, una trampa mortal para la cadena de valor radicada en nuestro país. Por ello, consideramos que se deben maximizar otros aspectos como la eficiencia en el uso de las redes, la capacidad de producción anual, el efecto reductor del precio al consumidor y el beneficio para los entornos locales. Esperamos que las próximas convocatorias puedan reflejar ese enfoque a valor”.

Reducir burocracia para atraer inversión

Así, fuentes de las empresas españolas implicadas en la producción de energía eólica piden priorizar el permitting, es decir, el proceso relativo a la tramitación y obtención de permisos para la puesta en marcha de las instalaciones que producen energía renovable. Se trata de “un asunto crítico para nuestra resiliencia energética, económica e industrial”, insisten. De igual modo, “hay que mantener los entornos de confianza para la inversión ya conseguidos durante estos años en Europa”.

Las empresas eólicas tienen vocación de largo plazo y siempre han valorado como principales pilares, para el avance hacia los objetivos de descarbonización, la estabilidad regulatoria, la seguridad jurídica y la atracción de inversores hacia entornos de confianza. Los tres están íntimamente relacionados, más aún, son causa-efecto el uno del otro. “Actualmente lo que más necesitamos -recuerdan desde la AEE- es apostar de forma decidida por esquemas de atracción de inversión en tecnologías de descarbonización, aprovechando nuestras propias capacidades, para que nos hagan menos dependientes de la geopolítica internacional de la energía”.

Otro de los asuntos que preocupa a las empresas del sector es la situación de la industria eólica en España, es decir, el tejido industrial compuesto por las fábricas de componentes y aerogeneradores, que se ve afectada no solo por la cambiante velocidad en la instalación de parques eólicos, sino también por el aumento de los costes y de los plazos en la logística, los componentes y las materias primas.

Inversión en energías renovables en el mundo y en España

Las inversiones mundiales en energías renovables entre 2007 y 2021 ascendieron a 4,3 billones de dólares. Esta inyección de capital ha permitido aumentar del 18,5 al 29,6% la proporción de electricidad que se genera en el mundo por medio de la energía eólica, solar, biomasa y de conversión de residuos, geotérmica, marina y centrales hidráulicas.

El año 2021 fue el octavo consecutivo en el que la inversión mundial en energías limpias excedió el equivalente a los 300.000 millones de dólares. En 10 años, el nivel de inversión en tecnologías para la transición energética se ha duplicado. China fue el principal país inversor en energías renovables, con más de 130.000 millones de euros (más de 40.000 millones de euros sólo en eólica).

En Europa, se invirtieron más de 200.000 millones de euros en tecnologías para la transición energética en 2021, un aumento del 43% respecto a 2020, de los cuales, más de la mitad fueron en instalaciones eólicas. España es el cuarto país que más inversiones atrajo en 2021 en tecnologías limpias con 11.100 millones de euros.

El retraso de la eólica marina

La evolución de tecnologías como la hibridación o el almacenamiento marcarán el futuro de la energía eólica. Hay áreas de investigación que se consideran prioritarias para el sector como los aerogeneradores, la eólica marina, la economía circular y la eólica de pequeña y media potencia. La digitalización e integración en la red de esta energía -intermitente por naturaleza- son otros de los retos que afronta la eólica.

Dentro de estas áreas, la eólica marina tiene una enorme proyección de desarrollo en España -uno de los países de la UE con más kilómetros de costa (unos 6.000)- que, sin embargo, lleva esperando dos años a que se decida dónde se pueden instalar aerogeneradores flotantes. La Directiva de Ordenación del Espacio Marítimo 2014/89 fijaba como límite del 31 de marzo de 2021. Finalmente, el pasado 28 de febrero se han aprobado los Planes de Ordenación del Espacio Marítimo (POEM), el mapa imprescindible para poder convocar las primeras subastas.

El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima cifra entre 1 y 3 GW de potencia instalada, el objetivo para esta fuente de energía renovable de aquí a 2030. Es una cifra modesta, pero España tiene el hándicap de que la profundidad media de sus aguas (60 metros) hace inviable fijar los molinos de viento al fondo marino como sí pueden hacer otros países de su entorno.

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