Un plan parecido al descomunal programa de estímulos económicos que el Gobierno de EE. UU. ha puesto en marcha por valor de más de 400.000 millones de dólares es lo que debe impulsar España antes de que termine su presidencia semestral de la Unión Europea. A imagen y semejanza del plan estadounidense, que prima las inversiones en seguridad energética y cambio climático, el club comunitario pretende, literalmente, “reindustrializar la UE” para reducir su dependencia del exterior. Solo avanzar en la producción industrial de equipos de energías renovables, uno de los objetivos propuestos, requerirá inversiones por valor de unos 350.000 millones de euros.
Las interrupciones en la cadena de suministros durante la pandemia tuvieron un coste muy alto para Europa: más de 112.700 millones de euros (0,9 de su PIB) según cálculos realizados por Accenture. Y pese a lo que pueda parecer, los cuellos de botella no son cosa del pasado porque la invasión de Ucrania por parte de Rusia ha traído nuevas tensiones en la logística de otros productos, desde los que han acaparado más titulares como el gas, el petróleo y los cereales a otros que han pasado más desapercibidos como los semiconductores, vitales para multitud de sectores en una economía altamente digitalizada.
Si las predicciones de la consultora se cumplen, los daños colaterales del coronavirus y la actual guerra en el este de Europa costarán hasta 920.000 millones de euros al PIB de la zona euro solo en 2023, o lo que es lo mismo, el 7,7% de la riqueza que deberían generar este año los países de la moneda única. Y es que hasta un 30% de todo el valor añadido de la Eurozona depende de que funcionen sus cadenas de suministro transfronterizas, tanto para el aprovisionamiento de materias primas como para mantener la fluidez en la exportación de miles de productos. Un dato ilustra lo que sucede en el primer caso: más de la mitad (52%) de los productos con más dependencia externa que importa la UE tiene su origen en un solo país, China.
La exposición a problemas en la cadena de suministro es especialmente alta en sectores manufactureros y aún más en industrias como la de alta tecnología -el 80% del valor añadido final procede de productos adquiridos fuera de las fronteras de la UE, mientras que el 75% de la demanda de productos terminados procede de mercados distintos del doméstico, la del automóvil -en Alemania, la producción de automóviles en los primeros cuatro meses de 2022 cayó un 32% con respecto a 2019 debido a la falta de productos básicos- o la aeroespacial.
«Resolver los problemas de la cadena de suministro será fundamental para la competitividad y el crecimiento en Europa», subraya en el citado informe el consejero delegado de Accenture en Europa, Jean-Marc Ollagnier. En Bruselas intentan sacudirse este vaticinio con un plan para “reindustrializar la Unión Europea y garantizar su autonomía estratégica abierta”, tal y como reza uno de los ejes del programa con el que España está afrontando su semestre de presidencia del Consejo de la UE.
Reindustrializar Europa: cómo y por qué
Las líneas iniciales del plan que debe relanzar la industria europea contiene una serie de puntos entre los que está situar a la Unión Europea a la cabeza de la revolución tecnológica, algo que se quiere hacer mediante el fomento de un marco regulatorio que combine los incentivos al desarrollo tecnológico y la innovación con la defensa del modelo europeo de protección de los derechos de los usuarios.
De igual modo, se pretende “reforzar la autonomía estratégica abierta”, lo que debería llevar a reducir las vulnerabilidades en áreas de suministro esenciales como los alimentos, la energía o la salud, a la vez que “consolidamos las alianzas con nuestros socios más fiables”.
Para tratar de reducir la dependencia de ciertos mercados y proveedores y aumentar las fuentes de suministro, también se trabaja en nuevos acuerdos de asociación “con regiones prioritarias, en particular con América Latina y el Caribe”.
De momento, España ha propiciado la cumbre entre la UE y la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC), la primera en ocho años, el desbloqueo del Acuerdo post-Cotonou -que articula la relación económica y comercial de la Unión Europea con 79 países de África, el Caribe y el Pacífico- y la firma del Acuerdo de Libre Comercio con Nueva Zelanda.
Impulsar la industria energética verde
En cuanto a sectores concretos, tan solo impulsar la industria energética verde (baterías, paneles solares fotovoltaicos y generadores eólicos, principalmente) requerirá unos 350.000 millones de euros dirigidos a la producción industrial de equipos de energías sostenibles, según el cálculo que hace el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton.
La cifra no es casual, de hecho, es prácticamente la misma que el gobierno estadounidense ha puesto encima de la mesa este año a través de la ley para la reducción de la inflación (IRA, por sus siglas en inglés) para fomentar la inversión en tecnologías limpias estratégicas, como el hidrógeno o la energía solar fotovoltaica, y que contempla tanto ayudas a las empresas de estos sectores que fabriquen en suelo estadounidense como a los ciudadanos que adquieran productos más eficientes desde el punto de vista energético (vehículos, electrodomésticos, aislamiento térmico para sus viviendas, placas solares, bombas de calor, etc.).
Materias primas y redes transeuropeas de transporte
Durante la presidencia española de la UE también se esperan avances en relación con la futura Ley de Materias Primas Críticas que pretende garantizar que ningún país ajeno al club comunitario suministre más del 65% del consumo anual de la Unión de cualquier materia prima. Otras normas sobre las que hay un debate abierto en Bruselas son la Ley de Industria de Cero Emisiones Netas y el Reglamento de Ecodiseño.
En relación con el transporte y la logística, España está implicada asimismo en las negociaciones entre el Parlamento y el Consejo para la revisión del Reglamento de la Red Transeuropea de Transporte y los paquetes legislativos que presentará la Comisión este año, como el Greening Transport Package, continuación del paquete precedente Fit for 55.
Una de las cuestiones que defiende el Gobierno español, “por su importancia geoestratégica para Europa”, es la de recuperar la longitud original del Corredor Mediterráneo para llegue hasta frontera con Ucrania. Este proyecto cuenta con el precedente del proyecto piloto de transporte transeuropeo, que se ideó y se puso en marcha desde España, para transportar cereal en tren desde Ucrania hasta el puerto de Barcelona.