Publicado el 22 de diciembre de 2022

Si quiere cumplir sus propios planes, España tendrá que acelerar la incorporación de energías renovables

La necesidad de incrementar la producción de energía de origen renovable no ha hecho sino acrecentarse con la espiral inflacionista de los combustibles fósiles y el nuevo objetivo de la Unión Europea de desprenderse de los hidrocarburos rusos. REE tiene comprometidas inversiones por valor de casi 7.000 millones de euros en cinco años que van […]

La necesidad de incrementar la producción de energía de origen renovable no ha hecho sino acrecentarse con la espiral inflacionista de los combustibles fósiles y el nuevo objetivo de la Unión Europea de desprenderse de los hidrocarburos rusos. REE tiene comprometidas inversiones por valor de casi 7.000 millones de euros en cinco años que van en esa línea, pero algunas de las tecnologías del mix de renovables no se están incorporando al mercado eléctrico al ritmo previsto. El fiasco de la última subasta de renovables plantea dudas sobre la estrategia del Gobierno, mientras los expertos piden líneas de actuación en base a criterios técnicos, regulatorios y financieros que hagan posible una ordenación y una planificación energética en la implantación de las renovables. Unas líneas de actuación que sean respetuosas con los territorios y conserven la biodiversidad en los ecosistemas, según reclaman desde la Fundación Renovables.

El Gobierno aprobaba el pasado mes de marzo la Planificación de la Red de Transporte de Electricidad hasta 2026 que, con unas inversiones previstas de 6.964 millones de euros en diferentes actuaciones, se estima que generará cerca de 80.000 empleos hasta esa fecha. El objetivo es mejorar 8.000 kilómetros de redes eléctricas, instalar 2.700 kilómetros de nuevas líneas y 700 kilómetros de conexiones submarinas.

La nueva planificación también está enfocada a conseguir la máxima penetración de renovables, e incluye los primeros desarrollos para la futura incorporación del hidrógeno verde y de instalaciones de eólica marina. En concreto, está especialmente diseñada para desplegar nuevas instalaciones renovables en las zonas con mejores recursos y menor impacto ambiental.

Su ejecución, según se ha marcado el Gobierno de España, permitirá que este tipo de generación de energía crezca hasta cubrir el 67% de la demanda nacional -en 2021 llegó al 46%-, lo que a su vez reducirá la producción de electricidad con un combustible fosil como el gas, rebajará la factura energética del país y aumentará, con ello, su independencia energética.

Integración de energías: el gran desafío

Como se indica desde la propia Red Eléctrica de España (REE), “la integración segura de las energías renovables es uno de los grandes desafíos para la operación del sistema eléctrico. Esta integración supone grandes retos y una elevada complejidad en nuestro sistema debido, entre otras particularidades, a la limitada capacidad de interconexión con el resto de Europa continental y a la morfología de la curva de demanda peninsular”.

En REE explican también que su esfuerzo por la integración de renovables “se pone de manifiesto día a día con el eficaz funcionamiento del Centro de control de energías renovables (Cecre), la herramienta tecnológica pionera mediante la cual se afronta el reto de incorporar al sistema eléctrico energías que tienen una gran variabilidad, difícil predictibilidad y menor capacidad de adaptación a la demanda, por su dependencia de las condiciones climáticas. El funcionamiento de este centro de control, referente mundial en la integración de renovables, ofrece una gran capacidad de respuesta para identificar los riesgos y anticipar los comportamientos de estas energías intermitentes y compensar su gran variabilidad, sin comprometer la calidad y seguridad del suministro”.

Más de un 40% de energía procedente de renovables

La labor del Cecre ha contribuido a que la producción de energías renovables en el sistema eléctrico peninsular represente más del 40% de la producción anual de energía durante los últimos años, incluso en algún caso con valores de cobertura en función de la hora del día superiores al 80%, con la consiguiente reducción de la dependencia energética del exterior.​

En su informe ‘Las energías renovables en el sistema eléctrico español 2021’, REEseñala que “las instalaciones de energía renovable representan el 56,7% del parque generador de energía eléctrica en España. Este incremento de potencia instalada renovable se ha debido, principalmente, al aumento de la potencia solar fotovoltaica que ha aportado un 80,4% de la nueva potencia. La eólica ha aportado 839 MW adicionales a la nueva potencia renovable y se mantiene como la tecnología protagonista en el parque generador nacional”.

De acuerdo con este informe, “la contribución de las energías renovables a la generación eléctrica nacional durante el año 2021 ha marcado un nuevo máximo histórico al alcanzar una cuota en la generación eléctrica del 46,7%, superior en 2,7 puntos porcentuales al máximo anterior registrado en 2020 cuando las renovables representaron el 44% del mix energético nacional”.

¿Es factible cumplir el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima?

Sin embargo, y pese a estas inversiones, porcentajes y objetivos manifiestos, lo cierto es que el proyecto de energías verdes que el Gobierno persigue a través del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 para reducir la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de CO2 no está del todo garantizado.

Muestra de ello ha sido el fracaso en la subasta de renovables celebrada a finales del mes de noviembre, en la que se quedó sin adjudicar nada menos que el 98,5% de la potencia subastada. Pese a las palabras tranquilizadoras la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, quien aseguró que el hecho de que no se adjudicase esa potencia “no significa” que “no se vaya a instalar”, lo cierto es que el ritmo de construcción de los proyectos nacionales evidencia lo contrario y que la culminación del PNIEC no parece tan evidente, si bien es cierto que el año 2030 se presenta aún lejano y deja mucho margen de evolución.

Un ejemplo del retraso en la implantación de estas renovables lo encontramos en el caso de la energía eólica, donde se está instalando menos de la mitad de la potencia requerida para alcanzar en 2050 los 50.333 MW que marca el PNIEC. Concretamente, en 2021 se instalaron 1.039 MW eólicos, frente a los 2.281 MW que habría que tener disponibles de media para cumplir con el plan.

Y es que, según importantes actores del proceso, los trámites administrativos diseñados no son precisamente los mejores para agilizar esta transición. Es lo que opinan desde la Asociación Empresarial Eólica (AEE), para la que las subastas añaden presión al sector, con precios no realistas. Para la patronal de la energía eólica, además, la lentitud y la complejidad de los trámites administrativos ralentizan la transición energética y provoca que hasta 2.000 proyectos de energía eólica están atascados en la concesión de permisos.

Apuesta por la ordenación del territorio a través de las renovables

La tendencia y el objetivo de cubrir cada vez mayor porcentaje de producción eléctrica a través de las renovables va en consonancia con lo expresado por la Fundación Renovables en su estudio ‘Renovables, ordenación del territorio y biodiversidad’, presentado en julio de 2021, en el que exige unas líneas de actuación en base a una serie de criterios técnicos, regulatorios y financieros para crear una ordenación y una planificación energéticas en la implantación de las renovables.

Estas líneas de actuación “tienen por objeto ser más respetuosos con los territorios y conservar la biodiversidad de los ecosistemas y ayudar a mejorar la aceptación e inclusión social de su desarrollo, en un momento en el que regiones y localidades se posicionan en contra de algunos proyectos, por entender que no están respetando sus territorios y que no son percibidos como una oportunidad para su crecimiento”, se apunta en el informe.

Por ello, desde la Fundación Renovables se propone que “todos los proyectos renovables a gran escala, incluidos los que están en tramitación en la actualidad, deben ser reevaluados bajo los parámetros definidos de ordenación y con la nueva zonificación socioeconómica a escala local. Somos conscientes de que puede suponer un retraso en el próximo año, pero, en absoluto, pone en peligro los objetivos para 2030 contenidos en el PNIEC, por lo que es prioritario generar una regulación que priorice la generación distribuida y cree una ordenación vinculante para la generación a gran escala, con el objetivo de evitar la improvisación y la generación de rechazo social. Para ello, es imprescindible que las comunidades autónomas desarrollen mapas de zonificación socioeconómica”.

Con estas premisas, la Fundación Renovables establece, a través de las conclusiones del citado estudio, unos parámetros fundamentales para el despliegue de las renovables, entre los que destaca la priorización de alternativas de generación distribuida, a través del establecimiento de criterios de jerarquía en el desarrollo de las renovables

“Si pensáramos en un desarrollo y una planificación previa, desde el punto de vista de maximización de la energía evacuable, un mayor aprovechamiento de las infraestructuras eléctricas y una mayor involucración activa de los consumidores, nos encontraríamos con que el modelo sería una pirámide invertida, en la que, de forma jerarquizada, deberíamos apostar primero por el autoconsumo, tanto individual como colectivo o de proximidad, favoreciendo las comunidades energéticas y la puesta en marcha de iniciativas de tamaño más reducido, con mayor integración y menor afección en el territorio”, aconsejan.

Castilla-La Mancha, a la cabeza en renovables

Desde el punto de vista de las comunidades autónomas y según datos de REE, la mayor parte de la potencia renovable instalada se ubica en Castilla y León, Andalucía, Castilla-La Mancha y Galicia que suman el 56,7% del total instalado renovable dentro del sistema eléctrico nacional.

El mayor incremento de potencia instalada renovable se ha registrado en las Islas Baleares que terminó 2021 con un crecimiento del 31,1% debido al aumento de potencia instalada solar fotovoltaica del 44,2% respecto al año anterior.

En comparación con el resto de los países europeos, España se situó el año pasado en segunda posición en potencia instalada renovable. En relación con el porcentaje de utilización de la potencia renovable, calculado como el cociente entre la generación renovable y la potencia a plena carga, Irlanda es claramente el país líder con un valor del 53,7%; en España el porcentaje de utilización en 2021 ha sido del 23,5%.

En cuanto a la contribución de las renovables respecto al total de la generación, en primer lugar aparece Noruega con el 94,8% de su producción procedente de fuentes de generación renovable, mientras que España ocupa el décimo lugar.

En conclusión, resulta evidente la necesidad de apostar por la producción de energías renovables en los próximos años que permitan reducir el uso de combustibles fósiles. El cambio climático y la todavía elevada dependencia de los hidrocarburos, con una situación mundial marcada por la inestabilidad, con la guerra en Ucrania como ejemplo más evidente, no permite más demora en la urgencia de situar el foco de las inversiones en este terreno. En ese camino, la agilización administrativa de los trámites se antoja, asimismo, fundamental para alcanzar los objetivos fijados por el Gobierno de cara a 2030.

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