Mario Gª Cueto, CEO Aserta España
El papel que viene jugando nuestra compañía en su ya más de un lustro de actividad en la economía española, y el del sector de la caución en general, es aún más relevante tras el parón que provocó la crisis del Covid-19 y las profundas implicaciones económicas que derivan de la guerra en Ucrania. Justo acabando ya este primer semestre resulta conveniente ahondar en la reflexión sobre la situación económica en España y las perspectivas de crecimiento, así como respecto de algunos de sus sectores más relevantes.
La situación de la economía mundial al terminar el año pasado, 2021, mostraba como esta había recuperado ya los niveles de producción previos a la pandemia, si bien observaba fuertes asimetrías regionales y el crecimiento se había desacelerado debido a las últimas mutaciones del Covid-19 (Ómicron). La oferta seguía restringida por la fuerte disrupción en las cadenas globales de producción y transporte y por la falta de trabajadores en las industrias a causa de los brotes de contagios y las medidas sanitarias exigidas. Por el contrario, se enfrentaba a una demanda pujante, especialmente de bienes y en Estados Unidos, ya que los consumidores contaban con un elevado ahorro derivado de los meses de confinamiento. Como consecuencia del desajuste entre la menor oferta global y la mayor demanda, y ante el auge del precio de las materias primas, los índices de precios de consumo comenzaron a crecer en las principales economías. En este contexto internacional, el crecimiento económico en España se mantuvo robusto en el conjunto del 2021, aunque el ritmo de la recuperación fue más débil de lo esperado.
Ya en este año 2022, la situación económica actual viene marcada por la invasión rusa de Ucrania y el conflicto entre Rusia y occidente, que están agravando varios de los desequilibrios ocasionados por la crisis del Covid-19 y lastrando la actividad económica mundial. Así, los aún mayores precios de la energía y las renovadas limitaciones por el lado de la oferta están provocando un aumento global de la inflación hasta niveles no vistos en décadas. Al mismo tiempo que ha producido un incremento de la volatilidad de los mercados financieros, con el consecuente impacto en empresas y familias, que verán disminuir el valor de sus activos financieros. En este escenario, los principales Bancos Centrales se están viendo forzados a restringir la política monetaria para combatir la inflación, lo que está llevando al incremento de los tipos de interés a corto y largo plazo a niveles muy superiores a los registrados previos a la pandemia en 2019. De forma que, a pesar de la disminución de la actividad económica que prevé el Banco Central Europeo para el conjunto de la eurozona, la entidad monetaria ha anunciado la subida de los tipos de interés en 25 puntos básicos durante el próximo mes de julio para todas las referencias -la tasa de depósito, ahora en el -0,5%; al tipo de referencia, en el 0%, y a la facilidad marginal de crédito-, y no descarta una mayor subida en septiembre si la tendencia inflacionaria persiste o se deteriora a lo largo de 2022.
El presente año comenzó con una notable ralentización de la economía española. Tras la sexta ola de la pandemia con gran impacto en enero y el estallido de la guerra en Ucrania a finales de febrero, el PIB español creció de forma muy moderada durante el primer trimestre. No obstante, la citada ralentización se produjo exclusivamente por la caída en el consumo de los hogares, ya que la inversión y las exportaciones netas aumentaron. Los únicos sectores que retrocedieron durante el primer trimestre fueron precisamente los más afectados por el aumento de los precios del transporte y de las materias primas: el sector primario y la industria. Ya en el segundo trimestre de este año, la economía ha mostrado claros signos de un mayor dinamismo, particularmente en el mercado de trabajo e impulsado por la recuperación del sector turístico.
De forma que para el conjunto de 2022 y 2023, el consenso de economistas prevé en la actualidad una desaceleración en el ritmo del crecimiento económico en España, debido principalmente a los ya mencionados efectos económicos de la guerra de Ucrania, pero manteniéndose aún en cifras de crecimiento económico relevantes. Así, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) ha estimado recientemente que el crecimiento del PIB español se situará en el 4,1% en 2022 y en el 2,2% en 2023.
El sector exterior jugará un papel muy relevante en los próximos meses, impulsado particularmente por el turismo. En ese sentido, los operadores aéreos ya han programado más de 32 millones de asientos para volar a España entre junio y agosto de 2022, lo que supondría una recuperación del 94% de plazas en comparación con el mismo periodo de 2019. La mayor lejanía de nuestro país del conflicto armado en Ucrania, frente a otros países potenciales competidores en la temporada de verano, y la percepción de ser un destino seguro, son algunos de los factores que están jugando a su favor.
Por el lado de la inversión, los fondos europeos Next Generation EU, presupuestados con 26.900 millones de euros en 2022, pueden suponer un gran impulso para la licitación pública y la inversión privada en el resto del año. Si bien el ritmo de ejecución de estos fondos está siendo más lento de lo previsto, el número de convocatorias actualmente abiertas augura que en los próximos meses se produzca un progresivo incremento en la ejecución.
En todo caso, destaca el crecimiento que vienen experimentando las licitaciones públicas. Según los últimos datos de Seopan, licitaciones públicas ejecutadas entre enero y abril de este año en España han alcanzado un total de 8.222 millones de euros, lo que representaría un incremento del 22,5% respecto al mismo periodo de 2021. Este crecimiento se debe fundamentalmente a la licitación de obra nueva, que creció el 43,7%.
Asimismo, si bien los sectores de la construcción e inmobiliarios se enfrentan a un importante incremento en sus costes, en el mercado inmobiliario las transacciones de venta de viviendas siguen batiendo récords. La compraventa de vivienda en marzo de este año ascendió de 59.272 unidades; habría que remontarse hasta enero de 2008 para ver una cifra mensual superior. Este crecimiento se ha visto motivado por el fuerte aumento de la demanda de bienes raíces, gracias a la demanda embalsada y a los aún bajos costes de financiación. No obstante, todo apunta a que algunos de estos factores comenzarán a diluirse durante los próximos trimestres. En este caso, se espera que en el mercado del alquiler aumentará la demanda ante la futura menor demanda de compra de viviendas y la reaparición de los pisos de alquiler turístico.
En definitiva, a pesar de las lógicas menores tasas de consumo de los hogares respecto de las inicialmente esperadas -como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo que supone el fuerte incremento de los precios-, el empuje del sector exterior apoyado en la fuerte recuperación del turismo y de la inversión gracias en parte a los fondos Next Generation EU presentan claras oportunidades -también para el sector de la caución-, y deberían propiciar un mayor crecimiento económico en España que en el resto de economías de Europa durante este año y en próximo.
Para que este escenario sea una realidad, la prioridad de la política económica en los próximos meses debe ser el anclaje de las expectativas inflacionistas. De igual manera, para asegurar un crecimiento equilibrado en el medio y largo plazo, hay que implementar reformas relevantes aún en curso de tramitación parlamentaria, como son los proyectos de ley para facilitar la creación y el crecimiento de empresas y para la reforma concursal; al mismo tiempo, para poder hacer frente a la naturaleza de esta crisis resulta imprescindible impulsar otras reformas estructurales adicionales por el lado de la oferta, que han de ir encaminadas a la consecución de un mayor nivel de competencia y de apertura a los mercados externos.