En los últimos meses, España y la Unión Europea han aprobado distintas normativas que pretenden impulsar la certificación de absorciones obtenidas a través de proyectos de captura de carbono en una gran variedad de ecosistemas. En el caso del ecosistema marino, hablamos de carbono azul. Este es capaz de almacenar carbono hasta 40 veces más rápido que los bosques o ecosistemas terrestres (verdes).
Estas absorciones certificadas se venden en el llamado mercado voluntario de carbono. En dicho mercado, promotores privados y públicos tienen la posibilidad de compensar sus emisiones de carbono con la compra de créditos generados a través de proyectos de absorción certificados.
Los proyectos de absorción en el medio terrestre llevan décadas en funcionamiento. Los proyectos de carbono azul son más recientes y muestran un crecimiento exponencial. Están considerados la nueva “mina de oro” de la mitigación climática.
Sin embargo, la tendencia puede no ser tan duradera, teniendo en cuenta las barreras a las que se enfrenta. Entre las más relevantes podemos hablar de complejidad legislativa y falta de normativas específicas, elevado coste de proyectos y certificaciones e incluso incertidumbre científica al respecto de varios aspectos, que revisamos más adelante.
Para superar estos desafíos, es necesaria la coordinación administrativa y la agilidad legislativa. También un fuerte respaldo en la financiación de las investigaciones y recopilación de datos a medida que se vayan poniendo en marcha los proyectos.
Y es que el desarrollo de proyectos de absorción en ecosistemas de carbono azul sin duda supone una oportunidad de oro para la eficiencia medioambiental y económica en la sociedad actual. Ello siempre y cuando se logren superar las actuales limitaciones.
Qué es el carbono azul y su papel en la descarbonización
Para poder alcanzar el objetivo global de cero emisiones netas de CO₂ en 2050 será necesario no solo limitar las emisiones de carbono a la atmósfera sino también incrementar de forma significativa las absorciones de CO₂ de la atmósfera en reservorios a largo plazo. Por eso, el carbono azul juega un papel importante en la descarbonización.
Los ecosistemas de carbono azul se encuentran en zonas costeras y están formados por tres tipos principales de hábitats: manglares, praderas marinas y marismas intermareales. Un ejemplo en España es la pradera marinas de Posidonia oceánica en el Mediterráneo. Estos ecosistemas desempeñan un papel fundamental en la regulación del clima y son especialmente eficaces capturando CO₂.
Dichos ecosistemas almacenan el carbono no solo en las plantas, sino también en el suelo, durante milenios enteros. De hecho, investigaciones recientes señalan que almacenan hasta 30 mil millones de toneladas.
El problema es que, debido a la actividad humana sobre todo, más de la mitad de los ecosistemas de carbono azul del planeta se están destruyendo rápidamente. El peligro es que el carbono previamente encerrado se libere de nuevo a la atmósfera en forma de CO₂.
Créditos o bonos de carbono
Los créditos de carbono permiten a empresas y países compensar sus emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero (GEI). Para ello, financian proyectos que contribuyen a la reducción de emisiones, como capturar CO2 en el caso que nos ocupa.
Los créditos de carbono son un instrumento financiero de financiación verde (no azul), ya que están destinados a compensar las emisiones de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono. La financiación azul, en cambio, se refiere específicamente a proyectos de conservación y protección de ecosistemas marinos, como los que son financiados a través de los bonos azules.
Un crédito de carbono equivale a un permiso para emitir una tonelada de dióxido de carbono o su equivalente en otros gases de efecto invernadero. Estos créditos, también conocidos como bonos de carbono, forman parte de un sistema de cuotas de emisión, donde cada entidad (empresa o país) tiene asignado un número limitado de créditos. Para aumentar su cuota, las entidades pueden adquirir créditos adicionales de dos maneras:
- Compra de créditos: adquirir créditos de carbono de otras entidades que tienen un excedente. Esto se puede hacer a través de mercados de carbono, donde los créditos se compran y venden.
- Generación de créditos: las entidades pueden generar sus propios créditos de carbono mediante la realización de proyectos de mitigación. Estos proyectos incluyen actividades como la reforestación, la captura de carbono en ecosistemas naturales o la implementación de tecnologías que reduzcan la emisión de GEI.
Mercado de créditos de carbono
El mercado de créditos de carbono está experimentando grandes transformaciones conforme aumenta la preocupación por el riesgo climático y sus consecuencias.
La mitigación de los efectos adversos del clima se está convirtiendo en una prioridad para gobiernos y corporaciones. Más del 68% de los nuevos compradores de compensación de carbono son empresas que se alinean con los objetivos netos 0, al integrar los créditos de carbono en sus marcos de sostenibilidad, ASG y financiación verde.
El tamaño del mercado global de créditos del carbono alcanzó en 2024 los 1.700 millones de dólares, según Global Market Insight. Se estima que crecerá con una tasa de crecimiento anual compuesto (TCAC) del 25% entre 2025 y 2034. De cumplirse, ese año superaría los 15 millones de dólares.
Un informe de For Insights Consultancy sobre el mercado de servicios ecosistémicos de carbono azul señala que este crecerá desde su tamaño actual de 1.13 mil millones de dólares en 2023 a 2.93 mil millones de dólares en 2030.
No todas las estimaciones coinciden en los números exactos, pero sí en la tendencia del ritmo de crecimiento. También en que el aumento de los proyectos de carbono azul ha ganado impulso en los últimos años. Actualmente suponen el 7% de la oferta de crédito total. Las inversiones en restauración de manglares y en protección costera son las que mayor relevancia están cobrando.
El 34% del desarrollo de proyectos de carbono azul en el mercado global está encabezado por iniciativas europeas. Especialmente en las naciones costeras como España. Los compradores del sector público representan casi el 36% de la adquisición total de compensación de carbono de Europa.
Incertidumbres científicas sobre el carbono azul
Las principales incertidumbres científicas sobre el carbono azul se refieren a la falta de datos disponibles, especialmente sobre los procesos a largo plazo, la estimación precisa de las reservas de carbono y la cuantificación de las emisiones o la liberación de carbono cuando los ecosistemas se degradan.
También hay dudas sobre la efectividad de la restauración a gran escala y el manejo a largo plazo de los proyectos, así como la causa exacta de la degradación.
Abordar explícitamente estos desafíos así como el potencial de los ecosistemas de carbono azul en la mitigación del cambio climático requiere cuantificar tanto las existencias de carbono en estos ecosistemas como las emisiones de carbono actuales o posibles derivadas de los cambios a esos ecosistemas. Este proceso se conoce como la creación de un inventario de carbono. Pueden realizarse en el sitio o a escala regional nacional y global.
Este es uno de los pasos que los expertos señalan como fundamental para hacer frente a los retos en la materia. Por ello apremian a su realización, porque las barreras están retrasando la puesta en marcha de proyectos a nivel europeo y nacional, limitando los innumerables beneficios climáticos, ecológicos y económicos que puede aportar.
Estandarización y regulación de absorciones de carbono en España y la UE
En 2023, la Junta de Andalucía puso en marcha el primer estándar para la certificación de créditos de carbono azul desarrollado por una administración pública a nivel europeo.
Un año después, la Unión Europea publicó el Reglamento (UE) 2024/3012, que pretende establecer un marco común para la certificación de absorciones de carbono en sus países.
En España, el Real Decreto 214/2025 contempla las compensaciones de carbono azul a nivel nacional. Pero, dado que las absorciones deben estar sometidas a certificación mediante un estándar reconocido, la regulación aún no está completa. Actualmente, el único estándar es el andaluz.
Debido a su reciente aprobación, ni las administraciones públicas ni los promotores privados son aún conocedores de esta novedosa opción de compensación. Por ello no se ha puesto en marcha ningún proyecto de absorción en un ecosistema de carbono azul.
Cádiz anunció el primer proyecto basado en dicho estándar ya hace más de un año. Este verano se anunció otro proyecto de absorción de carbono azul también en salinas degradadas de la bahía de Cádiz. Concretamente, en la Salina San Joaquín, a fin de recuperar la salina degradada y compensar la huella de carbono. El proyecto, liderado por la Zona Franca de Cádiz, busca convertir la salina en un «pulmón azul» que absorba más de 120 toneladas de CO₂ al año. El proyecto pretende ser un modelo de sostenibilidad e innovación replicable.



