El International Institute for Management Development (IMD) ha presentado recientemente la edición 2025 de su Ranking Mundial de Competitividad. Este ranking lleva 37 años reflejando en su clasificación el resultado del análisis de los factores que más inciden en la capacidad que tienen los países para generar prosperidad. La competitividad de la economía española en 2025 presenta mejoras, pero persisten los retos que limitan la capacidad de crecimiento económico del país.
En la edición de este año, España gana una posición con respecto a 2024 y se sitúa en el puesto 39 entre las economías más competitivas. Pese a la buena noticia, lo cierto es que la mejora no es suficiente para equilibrar los desafíos estructurales que limitan el potencial del país, según señala el informe.
Pese a ello, la última edición del ránking señala un avance en España en materia de eficiencia gubernamental y un cambio de tendencia. Hasta ahora, nuestro país arrastraba un importante freno a la competitividad de la economía a causa de la ineficiencia del sector público.
Tal como destaca el informe, el análisis de las economías sugiere que no necesariamente son más competitivas aquellas de mayor tamaño o recursos, sino las que cuentan con instituciones sólidas, estabilidad política y capacidad de adaptación ante un entorno global cambiante y fragmentado.
Fortalezas de la competitividad de España
El IMD sitúa a España en el puesto 39 de 69 economías analizadas, tras subir una posición por avances moderados en materia de digitalización del sector público y empresarial. Concretamente, por la digitalización en Educación, además de la transformación digital en el ámbito empresarial.
El informe destaca la infraestructura española como una fortaleza económica. Tanto es así que nuestro país ocupa el puesto 27º en cuanto a infraestructuras, gracias a las inversiones en transporte, digitalización y educación. En este aspecto, tienen un importante peso los proyectos de los fondos europeos NextGeneration EU en España.
También ocupa el mismo puesto en rendimiento económico, impulsado por una mayor apertura comercial al exterior y el control de la inflación logrado en el último año.
Retos persistentes de la competitividad de la economía española
El informe de IMD señala las debilidades estructurales de la economía española en relación a la ineficiencia detectada en la productividad y las finanzas públicas, en la legislación empresarial y el marco institucional y en el mercado laboral. De hecho, diversos informes apuntan a que la burocracia y complejidad de la legislación es una de las barreras para el crecimiento de la economía española.
La falta de avances significativos en eficiencia del sector público, cohesión institucional y entorno regulatorio son los principales obstáculos en el medio plazo para aumentar de forma notable la competitividad de la economía de España.
La entidad constata que únicamente se podrán alcanzar mejoras duraderas en competitividad mediante una serie de reformas que refuercen la eficiencia del gobierno, el entorno normativo y la cohesión institucional.
Principales conclusiones y recomendaciones del IMD
El Ránking del IMD 2025 para España refleja un rendimiento mixto: destacan las fortalezas en infraestructura y balance macroeconómico, pero sigue rezagada en materia de gobernanza y eficiencia empresarial. Trabajar en las mejoras de estos aspectos es fundamental para saltar del rango medio-bajo de la tabla a la parte alta, junto a las economías mejor posicionadas, encabezadas por Suiza, Singapur y Hong Kong.
Las recomendaciones de los expertos del IMD World Competitiveness Center son:
- Simplificar los trámites administrativos.
- Consolidar una regulación estable.
- Fortalecer la digitalización y la cultura de la innovación.
- Optimizar el uso de fondos públicos y europeos hacia proyectos estratégicos.
- Alinear la formación con las necesidades del mercado laboral.
Ranking IMD de Competitividad de las economías
Este índice se publica anualmente desde 1987 y evalúa la competitividad de 69 economías mundiales en función de cuatro grandes criterios: rendimiento económico, eficiencia del gobierno, eficiencia empresarial e infraestructura.
No solo mide el tamaño o crecimiento económico de un país, también la forma en que se gestionan los recursos (humanos, financieros e institucionales) para hacer que su economía sea más productiva, innovadora y resiliente.
Los gobiernos usan este ranking para identificar puntos débiles y mejorar sus políticas públicas. Pero también es de utilidad para los inversores, ya que les ayuda en la toma de decisiones basadas en datos reales para sus negocios. Por otro lado, a las multinacionales también les facilita la toma de decisiones sobre localización e inversión.
La edición 2025 incorpora seis indicadores nuevos que reflejan con mayor precisión los desafíos actuales. Se incluyen la calidad del sistema democrático, el sesgo informativo, las publicaciones de patentes en inteligencia artificial, el desperdicio de alimentos, la libertad de pasaporte y el desempeño ambiental.
Estos factores complementan los 262 criterios totales utilizados, basados en datos estadísticos y en una encuesta a más de 6.000 directivos.