Según la ONU, las ciudades necesitan entre 4,5 y 5,4 billones de dólares al año para construir y mantener sistemas e infraestructuras resilientes al clima. Esta es una cuestión cada vez más importante, debido al creciente riesgo climático observado las últimas décadas. La inversión actual apenas llega a unos 8.310 millones anuales, lo que es inferior al 20% menos de lo requerido para una acción climática efectiva. Así, el desarrollo urbano sostenible sigue siendo aún una utopía, pese a los avances en soluciones como construcción circular (economía circular aplicada a la construcción) o renaturalización.
Desarrollo urbano necesariamente sostenible
El crecimiento urbano mal gestionado está reduciendo drásticamente los espacios verdes en las ciudades y otros espacios urbanos. Los ciudadanos tienen acceso hoy a un promedio de 30,6 metros cuadrados de espacios verdes, menos de la mitad que hace 30 años. Esto tiene un impacto directo en la salud, seguridad y bienestar de las personas y el entorno.
Según advierte ONU Hábitat: prácticamente ningún residente urbano dejará de verse afectado por el aumento de las temperaturas, el riesgo de inundaciones y otros desastres naturales derivados del cambio climático.
Para frenar el ritmo al que se manifiestan estas consecuencias, es necesario que las ciudades empiecen a tomarse en serio el desarrollo urbano sostenible. Dentro de éste, la construcción sostenible tiene un papel decisivo en un escenario a medio y largo plazo.
Ciudades por el desarrollo sostenible
Las áreas urbanas representan el 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero. En ellas vive el 55% de la población mundial, y se espera que aumente al 68% en 2050.
Un estudio de ONU Hábitat indica que un creciente número de ciudades están adoptando medidas, con poco o ningún respaldo institucional, para reducir ellas mismas su impacto ambiental. Su objetivo es claro: buscan fortalecer su resiliencia colectiva ante las adversidades climáticas.
La preocupación creciente por el clima está consiguiendo que exista una maoyor conciencia sobre el papel que la naturaleza juega en el desarrollo de las ciudades. De ahí que estén apostando por la sostenibilidad y la circularidad en sus desarrollos urbanos.
Con el enfoque circular y sostenible, los edificios se revalorizan con el tiempo, no generan residuos (sus materiales se reutilizan para otros usos) y dan lugar a espacios más saludables que contribuyen a aumentar el bienestar de sus habitantes.
Renaturalización para las islas de calor en las ciudades
ONU Hábitat alerta de que más de 2.000 millones de personas que viven actualmente en ciudades podrían estar expuestas a un aumento adicional de temperatura de al menos 0,5 grados Celsius en 2040.
La renaturalización urbana pretende transformar el desarrollo urbanístico, integrando en el diseño de las ciudades medidas de adaptación al cambio climático y a la pérdida de biodiversidad. Para ello, se emplean las llamadas Soluciones Basadas en la Naturaleza (SBN). Esta tendencia en alza aplica tanto a zonas urbanas, como periurbanas y rurales.
La Comisión Europea define las SBN como soluciones: “que están inspiradas y respaldadas por la naturaleza, que son costo/efectivas y que proporcionan simultáneamente beneficios ambientales, sociales y económicos y ayudan a desarrollar la resiliencia”.
Así, la percepción de las zonas verdes como puntos dispersos e inconexos dentro de la planificación urbana da paso a una perspectiva transversal. Se trata de restaurar los servicios y beneficios que la naturaleza puede proporcionar en las urbes.
Por ejemplo, uno de sus beneficios más evidentes es que contribuye a disminuir los efectos de las Islas de Calor Urbano (ICU) en las ciudades. El informe de Fundación Renovables: De cemento a oasis: renaturalización, la clave para disipar las islas de calor ahonda en esta cuestión de forma detallada.
Por ejemplo, explica cómo la priorización de espacios destinados a vehículos motorizados ha generado diversas problemáticas en la vida urbana. La reducción de espacios peatonales y la consecuente disminución del ancho de las aceras es solo la más evidente. De hecho, esto ha ocasionado la implementación de medidas drásticas, como la tala de árboles para dar cabida a las infraestructuras viales. Todo ello impacta negativamente en la calidad del aire y en la biodiversidad en las ciudades.
Construcción circular: la economía circular también se construye
El entorno construido –edificios, carreteras, infraestructuras y otros elementos construidos– utiliza casi la mitad de los materiales que se extraen a nivel mundial cada año.
Según estimaciones actuales, de ahora a 2060 se construirá cada semana en todo el mundo el equivalente a la ciudad de París. Dado que diseñamos, construimos y desechamos nuestro entorno construido según los principios de la economía lineal, la progresión es del todo insostenible.
Por ello, la construcción circular pretende desechar esa herencia de la economía lineal y llegar a la circularidad en la construcción. Abarca todas las fases, desde diseño, ejecución / construcción, explotación y rehabilitación o renovación. Pero también la reutilización posterior de los materiales de su construcción. Todas las fases son determinantes. De hecho, el 80% del impacto ambiental de un producto puede anticiparse en la fase de diseño.
La circularidad en el sector de la construcción se basa en la utilización de materiales saludables (sin tóxicos), que pueden reutilizarse como materia prima una vez que cumplen su función en una edificación.
Beneficios de la construcción circular
Los principios de la economía circular aplicados a la construcción podrían reducir las emisiones globales de CO2 un 38% en 2050, al bajar la demanda de acero, aluminio, cemento y plástico. Además, el sector sería más resistente a las interrupciones de la cadena de suministro y a la volatilidad de los precios de las materias primas.
Según estimaciones de KPMG, el impacto positivo de la construcción circular se refleja en datos como los que siguen:
- Incremento de más del 10% del valor inicial de un activo.
- Reducción del 20% del coste de mantenimiento de un edificio.
- Aumento de más del 20% de la productividad.
El informe Construir Prosperidad de la Fundación Ellen MacArthur demuestra el valor de la construcción circular con una selección de estrategias de economía circular que generan simultáneamente ganancias económicas y positivas para la naturaleza. Con ello se logran resultados ambientales y sociales más amplios.