Publicado el 8 de julio de 2024

Geopolítica, perspectivas económicas y el sector de la caución

Mario García Cueto, CEO de Aserta Europa, comparte su reflexión sobre la actualidad económica, tanto global como española, y las perspectivas a medio plazo.
Mario Garcia Cueto CEO Aserta Europa

Mario García Cueto, CEO de Aserta Europa.

Como viene ya siendo habitual, recién atravesado el ecuador del año, aprovecho la oportunidad que nos brinda este espacio para la reflexión, que es nuestro blog de Aserta, para compartir algunas ideas que me parecen relevantes sobre la situación actual de la economía global y española, así como respecto a las perspectivas en el medio plazo.

Panorama global: geopolítica y la reactivación de la política industrial

El mundo se enfrenta a un difícil escenario geopolítico, con nuevos actores desde los países emergentes en liza por la hegemonía a nivel internacional. Mientras que la economía global se ve además sometida a importantes transformaciones, derivadas, por ejemplo, de la lucha contra el cambio climático y la transición energética, de la transformación digital y la irrupción de la IA, y del envejecimiento de la población, sobre todo en los países más desarrollados.

Para dar respuesta a estos desafíos geopolíticos y a las citadas transformaciones, se está imponiendo con fuerza un claro cambio de paradigma en favor de una política industrial activa. Este cambio se está produciendo no solo en Estados Unidos, en su carrera frente a China, sino también en Europa, donde el efecto de las tensiones geopolíticas es muy claro; la guerra de Ucrania se libra en territorio europeo, con relevantes consecuencias geoeconómicas para la UE. Las instituciones comunitarias están de esta forma virando hacia la búsqueda de una mayor seguridad económica y autonomía estratégica, con una política industrial proactiva.

Si bien, desde la academia, voces destacadas, entre otras de la Universidad de Harvard, apuntan a que la política industrial debería estar ahora menos basada en los subsidios directos y más en la provisión de insumos públicos necesarios -por ejemplo, en materia de infraestructuras, de formación diseñada a medida, de capital semilla o créditos a condiciones preferentes, etc.-, y dirigida no solo al sector manufacturero sino también a los servicios. Además, ha de llevarse a cabo solo a condición de que implique claros beneficios sociales.

En ese sentido, un claro y positivo exponente del impulso actual a la política industrial, con claros beneficios sociales, se enmarca en la lucha contra el cambio climático y la transición energética, que está ya teniendo efectos positivos en el desarrollo de las fuentes renovables, como la solar y la fotovoltaica, y la reducción de las emisiones de carbono. Se espera también un fuerte desarrollo de otros sectores en Europa, como la industria militar, ante la clara necesidad de asumir su defensa.

Por el contrario, y en sentido negativo, aunque la política comercial no sea fundamental en el ámbito de la política industrial, la creciente utilización de los aranceles asociada a esta, en un mundo donde las cadenas globales de valor tienen una gran relevancia en la producción, podría conllevar un elevado coste asociado. La política industrial no puede ser la excusa de determinadas medidas proteccionistas que van en contra del desarrollo de los flujos de comercio, del bolsillo del consumidor, del crecimiento y, en definitiva, del bienestar del conjunto de la sociedad; se trata más bien de generar un estímulo privado a la inversión sin generar distorsiones.

Perspectivas económicas para 2024 y 2025

En todo caso, pese al complejo escenario descrito, la economía mundial está demostrando ser más resistente de lo esperado. Las últimas previsiones económicas de los principales organismos internacionales, como el FMI y la OCDE, apuntan a un crecimiento económico global, aunque modesto, en 2024 y 2025, ligeramente por encima del 3%. Por su parte, aunque en la esfera política en Europa los partidos euroescépticos vienen ganando terreno en las últimas citas electorales -como ha sido el caso en las recientes elecciones al Parlamento europeo y las legislativas francesas-, dificultando la gobernabilidad, la Unión Europea está superando el desafío de la estanflación y está experimentando una recuperación gradual en este año 2024.

Por su parte, con una menor exposición que otros países europeos a un deterioro de las relaciones con China y una mayor lejanía al conflicto en Ucrania, la economía española se está viendo beneficiada en esta ocasión en términos relativos y está creciendo por encima del promedio europeo. El crecimiento español ha sido impulsado por el buen desempeño del sector exterior, con una contribución relevante del turismo, y la fortaleza del mercado laboral en términos de creación de empleo, favorecido por la inmigración.

En este contexto, tras un primer trimestre de 2024 con un desempeño mejor al esperado, el Banco de España ha revisado al alza su escenario central de crecimiento del PIB de la economía española, que considera ahora se situará en el 2,3% este año 2024 y todavía en el 1,9% el año próximo. El consumo de los hogares y las exportaciones seguirán siendo los principales componentes en términos de contribución al crecimiento, mientras que la inversión ganará peso progresivamente en paralelo a la mayor ejecución de los fondos NGEU europeos (Next Generation EU). La institución monetaria española pronostica además una tasa de inflación media anual del 3% en 2024, considerando la dificultad de reducir la citada última milla de la inflación. Y que, ya en 2025, se moderará hasta el 2%, cifra ligeramente por debajo del consenso de economistas.

La necesaria apuesta por el medio y largo plazo

No obstante, el proceso de convergencia de España con Europa está estancado, mientras que la región ya de por sí está rezagada con respecto a Estados Unidos. El PIB per cápita español se situó a cierre de 2023 el 14,2% por debajo del correspondiente a la eurozona. La causa tras este estancamiento es la persistencia de relevantes desequilibrios estructurales, como los elevados niveles de desempleo y deuda pública, así como los menores niveles de inversión. Asimismo, subsisten también los desafíos en la reducción de la “última milla” de la inflación: el IPC español sigue creciendo en torno al 3% debido a la contribución sostenida de los precios de los servicios y al ligero repunte en los precios de la energía.

Es el momento, por tanto, de utilizar el viento de cola para apostar no solo por el corto plazo, sino de poner el foco en el medio y largo plazo. A modo de ejemplo, en el sector inmobiliario las políticas públicas que tendrían un mayor impacto positivo sobre el mercado son aquellas que propicien el incremento de la oferta de vivienda, que es algo que solo se produce gradualmente. Para ello el sector público tiene que proporcionar un marco institucional estable, que contribuya a que el conjunto de empresas basadas en España desarrolle sus proyectos y juegue así el relevante papel que tiene en la sostenibilidad del crecimiento.

Por nuestra parte, desde Aserta, como líderes del mercado de la caución en España según el ránking ICEA, con más de un 20% de participación del mercado en 2023, y la aseguradora más valorada por tercer año consecutivo en el ramo de caución en España según el Barómetro ADECOSE 2024, vamos a continuar además con nuestro proceso de internacionalización hacia Europa, nuestra apuesta por la innovación tecnológica y la transformación digital, aprovechando también las oportunidades que ofrece el desarrollo de la Inteligencia Artificial. Todo ello para seguir dotando del mejor servicio a nuestros clientes y contribuyendo de esta forma con el conjunto de la sociedad y la economía española y europea. También aquí, y siguiendo el ejemplo del sector inmobiliario, el seguro de caución del alquiler y la compra, más allá de la financiación y las garantías bancarias habituales, puede ser uno de los grandes aliados.

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