Se suele decir que cada crisis representa al mismo tiempo una oportunidad. Si hablamos de energía, así sucede con la creciente amenaza que representa el cambio climático, a la que se añaden otros factores como la invasión rusa de Ucrania. Ante este crítico escenario medioambiental, agravado por los conflictos geopolíticos, resulta inevitable y necesario enfocar la mirada hacia nuevas fuentes de energía renovables que protagonicen el proceso de descarbonización.
Esto, unido a la necesidad de buscar alternativas al gas ruso ha hecho que crezca el interés por un combustible todavía poco explotado, pero más sostenible, el biometano, con el que Europa quiere sustituir al menos el 20% del gas natural que consume antes de 2030. España se sitúa entre los países europeos con mayor potencial para la producción y distribución de esta fuente de energía, concretamente en la tercera posición, por detrás de Francia y Alemania.
Para impulsar la incorporación del biometano, la Comisión Europea ha creado el programa ‘REPowerEU’. Su objetivo es que, para 2050, este combustible cubra entre el 30 y el 50% de la demanda futura de gas de la UE.
El biometano es un gas combustible con una elevada concentración de metano que se obtiene mediante un proceso conocido como upgrading que parte de biogás o ‘syngas’ (o gas de síntesis, resultante del proceso de gasificación térmica de materiales orgánicos, principalmente residuos forestales y agrícolas, lodos de aguas residuales o restos domésticos). El biometano, que una vez obtenido mediante el citado upgrading es inyectado en la red gasista, cuenta con un contenido en metano por debajo del 70% y es este elemento el que le confiere la característica de combustible.
Su composición química y fuerza energética son similares al del gas natural, por lo que puede utilizarse para los mismos usos en calefacción y transporte, así como en la producción de energía eléctrica. Es, además, 100% renovable. En España el año pasado casi el 18% de la electricidad se generó a partir de gas natural.
A su alto beneficio medioambiental hay que añadir factores como el reciclaje de residuos, la posibilidad de crear puestos de trabajo en el medio rural o de producir energía renovable, local y almacenable. Por estas razones, se lo considera una de las energías del futuro.
El biometano “presenta un poder calorífico de 10,3 kWh/m³, siendo ya comparable y compatible (blending) con el gas natural vehiculado en las redes de transporte y distribución de este combustible”, explica Francisco Bas Jiménez, profesor del Máster en Energías Renovables y Transición Energética de la Universidad Loyola y profesor Asociado del Departamento de Ingeniería de la Universidad Loyola.
Si bien el biometano apunta a un papel inminente en el mercado energético, el profesor Bas aclara que “en la actualidad, el gas mayoritariamente generado y empleado en España es el biogás, ya que hasta el momento el uso de esta energía se hace mayoritariamente in situ, mediante motores de cogeneración que producen electricidad y energía térmica; esta última principalmente para mantener la temperatura del digestor”.
El ejemplo de Dinamarca y los planes de Europa
Hay países donde este elemento es ya una alternativa real: a finales de 2021, el biogás que Dinamarca inyectó en su sistema de gas alcanzó un nivel correspondiente a casi el 25%. Eso es más o menos lo que consume España de gas natural. Según la Asociación Europea del Biogas (EBA, por sus siglas en inglés), en 2019 se generaron en Europa 193 TWh de biogás en un total de 18.943 plantas, mientras que la producción de biometano alcanzó la cifra de 26,7 TWh en las 725 plantas existentes. Francia, Alemania, Reino Unido, Suecia y Dinamarca son los países de la Unión Europea con mayor número de plantas de biogás y biometano.
El intento por reducir la dependencia del gas ruso, espoleado por la invasión de Ucrania, ha llevado a Bruselas a crear el plan ‘REPowerEU’ que eleva los objetivos, ya de por sí ambiciosos, de la planificación europea a 2030 denominada ‘FIT FOR 55’. Así, REPowerEU propone un incremento del aporte de energías renovables hasta llegar al 45% del consumo final de energía de la unión, frente al 40% propuesto por FIT FOR 55.
En concreto, el biogás y el biometano deberían incrementar su aportación en un 64% respecto a sus niveles actuales. “Si se consiguen estos objetivos -calcula el profesor Francisco Bas-, podría cubrirse un 20% de las importaciones de gas ruso, siendo por tanto un actor importante en la reducción de la dependencia energética de la Unión Europea. Si esta apuesta continua, se prevé que en 2050 el biometano haya sustituido en un 80% el consumo de gas natural”.
Para hacerlo posible, Europa pondrá encima de la mesa 210.000 millones de euros hasta 2027. El objetivo es que los países lancen nuevas iniciativas para reducir su consumo energético, diversificar proveedores, sobre todo de gas, y acelerar el despliegue de renovables como vía para ganar soberanía energética y reducir la vulnerabilidad europea que la invasión militar de Rusia sobre Ucrania ha dejado al descubierto.
Entre los objetivos de este plan, que también beneficiará a España, están ampliar hasta los 35.000 metros cúbicos la producción de biometano. Y se contempla destinar 10.000 millones a reforzar las redes gasistas por las que circulará el gas de origen renovable.
La hoja de ruta española
En España, la ‘Hoja de Ruta del Biogás’, aprobada en marzo de este año, revela que la producción en las 130 plantas operativas en 2019 fue de 2,74 TWh, que mayoritariamente se empleó en plantas de cogeneración (300 MW). “España tiene un largo camino por recorrer, ya que actualmente concentra sólo el 0,7% de las plantas existentes en territorio europeo y el 1,2% de la producción energética de biogas y biometano, disponiendo de un importante potencial”, sentencia el profesor Bas.
Lo que propone el gobierno es multiplicar por 3,8 la capacidad de producción actual para pasar de los 2,74 TWh aportados en 2019, a los 10,41 TWh en 2030. También se trabaja en una actualización del Plan Nacional de Energía y Clima (PNIEC), el marco oficial que debe impulsar la descarbonización de la economía y del sistema energético durante la próxima década. La revisión del plan incluirá -se da por descontado- objetivos más ambiciosos de despliegue de energías renovables hasta 2030, pero el Ejecutivo se dispone, asimismo, a dar más protagonismo a los gases renovables.
Cinco plantas de biometano en España
En cuanto a plantas de biometano, en España, hasta hace apenas unos meses, sólo funcionaba una, situada en el Parque Tecnológico de Valdemingómez (Madrid), de iniciativa pública y abierta en 2014, en la que se trata la parte orgánica de los residuos de la Comunidad de Madrid. Sin embargo, recientemente han comenzado a trabajar varias más: la Planta de Digestión Anaeróbica y de Compostaje del Consorcio para la Gestión de los Residuos del Vallès Oriental en la Estación Depuradora de Aguas, de Barcelona; la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de Bens (La Coruña); la del polígono de Villalonquéjar (Burgos), el proyecto UNUE; y la de la granja de vacuno Torre de Santamaría, en Vallfogona de Balaguer (Lleida).
Sin embargo, en pocos años el mapa de este tipo de centrales podría crecer exponencialmente si llegan a buen puerto las 200 instalaciones en proyecto repartidas por toda la geografía española.
Optimismo y grandes expectativas
Y es que, en relación al biometano, la Unión Europea nos sitúa como el tercer país con mayor potencial. Según datos de la Comisión Europea, la capacidad técnica española para producir biometano alcanza los 122 TWh. Es una cifra que representa más de una tercera parte de la demanda nacional de gas que hubo en 2021, pero si no se tuviera en cuenta el gas destinado a la producción eléctrica (90 TWh), incluso cubriría el 50% de las necesidades del segmento industria y residencial.
En unas declaraciones realizadas el pasado mes de junio al portal de noticias ‘Energías renovables’, el presidente de la Asociación Española de Biogás (AEBIG), Francisco Repullo, aseguraba que la industria se encuentra “en un estado optimista y con grandes expectativas”, ya que “el gran potencial de España, la creciente demanda de gases renovables para alcanzar los objetivos de descarbonización y los de autosuficiencia energética, hacen que tengamos la confianza de que su desarrollo será imparable e inminente”.
Repullo considera que el Gobierno debería incentivar más el desarrollo del biogás. Para ello defiende que existen “diversas formas de impulsar el biometano, desde ayudas al CAPEX, garantizar tarifas mínimas, desgravaciones fiscales, etc. Pero no sólo económicas, también la agilización de permisos y licencias, por ejemplo, es otro de los temas demandados por las empresas de este sector”.
“No hay que olvidar -concluía el presidente de AEBIG-, que el biometano es mucho más que una energía renovable, es también una tecnología “limpia y limpiadora”, ya que evita las emisiones de gases invernadero de las materias orgánicas en descomposición, además de las otras externalidades positivas que potencia en la industria y la sociedad.”
Por todo ello, Repullo considera “muy poco ambiciosa la Hoja de Ruta del Biogás establecida por el Gobierno.
Una oportunidad histórica
En lo que sí coinciden todos los actores del sector es en la oportunidad histórica de España de liderar la revolución de los gases renovables en Europa, y de la relevancia estratégica del sector para garantizar la seguridad de suministro, la soberanía energética y para impulsar la transición energética hacia la descarbonización.
Así lo refrendaba a comienzos de junio Joan Batalla, presidente la Asociación Española del Gas (Sedigás), cuando, en el cónclave anual de esta organización, afirmó que “España tiene un potencial que nos debe convertir en el gran hub de Europa de gases renovables”. Un mensaje que respaldaron los principales directivos del sector, y que se resume en que nuestro país “puede y debe asumir el liderazgo europeo en la generación de gases de origen renovable”.
Desde el sector se subraya que la colosal infraestructura gasista española, con más de 100.000 kilómetros de red ya preparada o fácilmente adaptable para la circulación de gases renovables y la cartera de proyectos de la industria española para desarrollar la producción de biometano e hidrógeno verde (producido sólo con energías renovables), colocan al país en una posición de privilegio para liderar la carrera europea para el despliegue de los gases renovables.
¿El biometano es el futuro?
Expertos como el profesor de la Universidad Loyola, Francisco Bas Jiménez, refrendan el potencial de estos gases renovables: “Hoy en día, la tecnología asociada a la producción de biogas y biometano se puede considerar madura y competitiva. Su uso, muy poco desarrollado aún en España, a pesar de su elevado potencial (somos el tercer país europeo, tras Francia y Alemania en potencial de biogas), debe por tanto ir a más”.
Para Bas Jiménez, la forma de uso de este biogas/biometano dependerá “de la regulación existente y, sobre todo, de la cantidad generada y de la cercanía a la red de gas de la fuente de generación. Generaciones de poco volumen y alejadas de la red de inyección (más de 4 km) deberán emplearse in situ, aunque sea más lógica, escalable y flexible su inyección a la red de gas. Esta última opción debería ganar peso con los objetivos de plan REPowerEU, aunque lo importante, al fin y al cabo, no es el color del gato, sino que este cace ratones: lo importante es que aumente su uso, ya que además el biogas puede jugar un papel clave en la economía circular (valorización de un residuo, uso energético del mismo), en la reducción de emisiones contaminantes (la materia orgánica presenta un saldo mulo en CO2) y en el auge de la España rural y vaciada”.
Otra ventaja de este producto, en este caso frente a otro gas renovable como el hidrógeno verde, “en el que se tienen puestas más expectativas de crecimiento”, es que este último “no es aún competitivo con el gas natural (se estima que su coste actual es unas 2,5 veces mayor por unidad de peso)”.
“Por tanto -concluye Bas Jiménez-, aunque queda mucho por hacer, el biogas/biometano tendrá un importante crecimiento en los próximos años en España”, y su uso tanto in situ como inyectado a red, “dependerá de las características de la instalación generadora, esperándose, no obstante, que se fomente su inyección a red por ser la opción más flexible”.
Los principales retos del biometano
El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) de España ya hace referencia a los gases renovables para poder alcanzar las cifras esperadas de aporte de energías renovables al consumo de energía final en 2030 (43%) y a la tasa de aporte de electricidad renovable en dicho periodo (74%).
Asimismo, la Ley 7/2021, de 20 de mayo, de Cambio Climático y Transición Energética, en su artículo 12, dispone, mediante la aprobación de planes específicos, la penetración de los gases renovables, incluyendo el biogás, el biometano y el hidrógeno renovable, entre otros.
Por su parte, el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia del Gobierno de España (PRTR), contempla en la Inversión C7.I1, el “Impulso de la bioenergía y de su cadena de valor en condiciones de sostenibilidad”, con un presupuesto de 150 millones de euros para el impulso del biogás.
Por último, en relación con el desarrollo del biogás, en el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica de Energías Renovables, Hidrógeno verde y Almacenamiento (PERTE ERHA) se indica que la ya citada Hoja de Ruta del Biogás prevé una serie de actuaciones de apoyo y se plantea como medida en este ámbito el establecimiento de un esquema de ayuda a la inversión a los proyectos de biogás con sustratos procedentes de cualquier actividad agropecuaria, agroindustrial, de la industria alimentaria o de tratamiento de residuos, incluyendo también la depuración a biometano.
Es por tanto en la Hoja de Ruta del Biogás en la que se incluyen 45 medidas o líneas de acción para hacer posible el uso de este gas renovable. El profesor Bas Jiménez enuncia los que, en su opinión, son los cinco retos más significativos en la implantación del biometano:
1.- Implementar un sistema de Garantías de Origen que permita verificar la procedencia de este gas renovable, y dar así un valor añadido al mismo como agente reductor de emisiones de CO2 para las empresas incluidas en el Régimen de Comercio de Derechos de Emisión.
2.- Simplificación de procedimientos administrativos y eliminación de barreras regulatorias. En este caso, debido fundamentalmente a la multiplicidad de sectores y normativas que intervienen en la generación y uso de esta fuente de energía (residuos, agricultura, ganadería, sanidad animal y vegetal, industrial, urbanística, emisiones gaseosas, vertidos líquidos, ruidos, olores, transporte, gas, electricidad, etc.), y que implica a un gran número de organismos (Administración General del Estado, Comunidades Autónomas y Ayuntamientos), es preciso actuar en estas dos líneas, a fin de acelerar su uso.
3.- Priorizar el uso del biogás en el transporte pesado y posibilitar la opción de conexión a la red de gas. Promoviendo el uso del biogás o el biometano en las flotas de servicios municipales, en autobuses y camiones de recogida de residuos, así como para la tracción de los servicios ferroviarios de mercancías en aquellas líneas aún sin electrificar.
Asimismo, en los casos en los que la cercanía de la infraestructura existente del sistema gasista lo permita, se deberá posibilitar la llegada del biometano a las personas que consumen en otras zonas. En este caso, el Gestor Técnico del Sistema Gasista deberá maximizar la capacidad del sistema para integrar la inyección de biometano en la red.
4.- Destinar líneas de ayuda al desarrollo del biogás. Aunque la tecnología asociada, como se ha comentado, es madura y competitiva, no deja de ser necesario financiar la I+D del biogás a través de los fondos incluidos en el PRTR (actualmente 150 M€) o de otros como los incluidos en los fondos del Centro para el Desarrollo tecnológico e Industrial (CDTI), los fondos del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de Energía (IDAE) para energías renovables térmicas y eléctricas, o los Planes de Impulso al Medio Ambiente (PIMA) y de Economía Circular.
5.- Potenciar los proyectos de biogás en zonas de transición justa, en municipios del reto demográfico y en Comunidades Energéticas, para contribuir a la diversificación de actividades económicas, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y los costes asociados al uso energético. Esto requerirá impulsar estas actuaciones no solo a través del biogás sino de las iniciativas de fomento de estas zonas de transición justa, de los municipios incluidos en el reto demográfico (aquellos con una población inferior a los 5.000 habitantes) y de las Comunidades Energéticas (fomento a su vez incluido en el PRTR).
Por último, aunque la cadena de valor del biogás (recurso/residuo, producción y uso) presenta un alto grado de madurez tecnológica, no es menos cierto que esta incluye a una variada cantidad de agentes, desde el sector agrícola, ganadero, industrias y entidades municipales hasta promotores energéticos y fabricantes de fertilizantes, pasando por fabricantes de equipos, ingenierías y constructoras. De ahí la necesidad de simplificar los procedimientos administrativos y eliminar las barreras regulatorias.
Sin embargo, el aspecto “más crítico” para la viabilidad de la producción de biogás consiste en “tener asegurado el suministro estable, continuo y asequible de las materias primas necesarias con la calidad adecuada. Por ello, la vinculación mediante contratos suficientemente estables con el propietario de la materia prima, en caso de no ser directamente el productor de biogás, resulta fundamental para garantizar la seguridad en el abastecimiento”, añade Bas Jiménez.
Otro punto débil de este incipiente mercado es “la reducida producción de biogás en muchas de las plantas existentes en España”, algo que “dificulta la viabilidad de su uso, por lo que sería importante fomentar la agregación de tales producciones, al objeto de rentabilizar este recurso energético mediante un factor de escala adecuado”. Este problema se podría atajar, como recuerda el profesor, con los fondos previstos en el mencionado PRTR.