Publicado el 26 de enero de 2022

¿Cuáles son los retos de la ciudad del futuro?

Conectividad, sostenibilidad, reducción de emisiones, movilidad eléctrica urbana, más espacios verdes… Las ciudades contemporáneas están en plena evolución. ¿Qué habrán de hacer para transformarse en las ciudades del futuro? El 81,1% de la población española vive en zonas urbanas, según las estimaciones del informe ‘World Urbanization Prospects 2018’ de Naciones Unidas. Y el porcentaje se […]

Conectividad, sostenibilidad, reducción de emisiones, movilidad eléctrica urbana, más espacios verdes… Las ciudades contemporáneas están en plena evolución. ¿Qué habrán de hacer para transformarse en las ciudades del futuro?

El 81,1% de la población española vive en zonas urbanas, según las estimaciones del informe ‘World Urbanization Prospects 2018’ de Naciones Unidas. Y el porcentaje se elevará hasta el 88% en 2050, debido tanto al crecimiento de la población en las ciudades como al declive del número de habitantes en el entorno rural, que se prevé que decrecerá un 41,7% entre 2018  y 2050, según Naciones Unidas.

No hay la menor duda de que España es un país que se vertebra en torno a la ciudad, en línea con lo que sucede en las regiones más desarrolladas del mundo (79,3% de población urbana) o en los países con alto nivel de ingresos (82%).

La preminencia de entorno urbano en nuestro país nos obliga a prestar especial atención a los retos que tendremos que asumir para afrontar una transformación que nos llevará hacia la ciudad del futuro. A continuación, repasamos algunos de ellos.

Rehabilitación de viviendas y arquitectura bioclimática

La eficiencia energética será una de las claves en un futuro cada vez más preocupado por la reducción de emisiones. Según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, las viviendas son responsables del 61% del total de emisiones de nuestro país. Hay que tener en cuenta que más de la mitad del parque de viviendas de nuestro país fue construido antes de que existiese ningún tipo de normativa referente a la obligatoriedad de contar con un aislamiento térmico adecuado.

“Si se analiza la calidad de los edificios existentes a partir de las calificaciones energéticas, se observa que más del 81,0% de los edificios existentes se sitúan en las letras E, F o G en términos de emisiones, aumentando dicho porcentaje hasta el 84,5% de los edificios en el caso del consumo energético, lo que pone de manifiesto el importante potencial de la rehabilitación energética”, se detalla en el Real Decreto por el que se regulan los programas de ayuda en materia de rehabilitación residencial y vivienda social del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR). Además, recuerda que “más de un 75 % de los edificios residenciales no son accesibles y, del total de edificios residenciales que tienen 4 plantas o más, alrededor de un 40% no dispone de ascensor”.

El Real Decreto especifica que se destinarán 1.151 millones de euros de los Presupuestos Generales del Estado 2021 (PGE) para atender las subvenciones de los programas de ayuda en esta materia, previendo una dotación similar desde 2022 hasta 2026. En total, el Gobierno estima una inversión de 6.820 millones.

Asimismo, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 prevé la rehabilitación energética de 1,2 millones de viviendas, lo que supondrá una inversión de 22.431 millones de euros durante este periodo.

La nueva construcción residencial también será muy importante en la ciudad del futuro, apostando por una arquitectura bioclimática como la que promueve el estándar Passivhaus. Dicho paradigma constructivo permite reducir alrededor de un 75% el consumo de energía para cubrir las necesidades de calefacción y refrigeración de las viviendas, gracias a una correcta utilización del aislamiento térmico y el aprovechamiento de fuentes de energía renovables.

El sector también debe apostar por la economía circular, priorizando la utilización de materiales reciclados o sostenibles y empleando tecnologías que faciliten el reciclaje y reduzcan la generación de residuos, además de aplicar fuentes renovables de energía que permitan el mayor grado de autosuficiencia energética.

Movilidad urbana

Éste es otro de los grandes retos. Desde hace tiempo se viene hablando de la ‘ciudad de los 15 minutos’, en la que los habitantes han de tener cubiertas la mayoría de sus necesidades esenciales en 15 minutos a pie o en bicicleta o patinete desde su casa. La pandemia generada por la COVID-19 ha demostrado que la opción del teletrabajo es posible, aunque parece que triunfa un modelo de trabajo híbrido, por lo que la mayoría de las personas tendrán que seguir desplazándose para trabajar, aunque no sea todos los días.

La propuesta de futuro pasa por incentivar el desplazamiento a pie, la utilización de bicicletas o vehículos de movilidad personal (VMP) y el uso del transporte público. “Las ciudades españolas han de reflexionar sobre en qué han convertido su espacio público para llegar a una conclusión elocuente: se lo han entregado mayoritariamente a los coches, a la movilidad. El reto es ‘desautoxicarse’, equilibrar el porcentaje de espacio público que la ciudad dedica a la movilidad y el que dedica al juego de sus niños, al paseo de sus mayores o al placer de su gente”, afirma Ana Montalbán, directora técnica de la plataforma Ciudades que caminan.

Aunque estamos lejos de los objetivos deseables, muchas ciudades ya están andando en esa dirección. “Hay un proceso interesante de toma de conciencia. Son muchos los municipios que están adaptando su espacio a las nuevas circunstancias ambientales. También desde el Gobierno se ayuda, al impulsar cambios como la velocidad de 30 km/h en muchas calles o las zonas de bajas emisiones. Es una oportunidad que las ciudades tienen de reconformar su espacio público. Nosotros recomendamos un objetivo: que el 75% del espacio público sea de preferencia peatonal en 10 años”, plantea.

Además del cambio de mentalidad necesario, también habría que acometer algunas inversiones con el fin de transformar las ciudades, “para lograr que la mayor parte de las calles urbanas vayan convirtiéndose en calles de uso compartido con preferencia peatonal, a través de plataformas únicas que desdibujen el actual aspecto de la calle entregada al coche”, apunta Montalbán. Esto no supone que dejen de existir calles para circular en coche, “pero deben ser sólo las que conforman una malla estructurante”, explica.

Actuaciones de este tipo también exigen repensar las calles como espacio para el aparcamiento. “Un ejemplo es la inversión en aparcamientos de cortesía en determinados puntos de la ciudad, próximos a esas vías estructurantes”, anota.

SEOPAN defiende la inversión en transporte público, pero advierte que la construcción de nuevas infraestructuras de metro y cercanías está parada desde la crisis financiera de 2008. La asociación explicó en el ‘VII Foro global de ingeniería y obra pública’ que sería preciso acometer la construcción de 144 kilómetros de líneas de metro y tranvías y 656 kilómetros de líneas de cercanías, lo que supondría una inversión de 14.900 y 15.765 millones de euros, respectivamente. Asimismo, para mejorar la movilidad urbana y lograr una migración del transporte privado al público, considera necesario resolver los cuellos de botella de las redes viarias de las ciudades y proporcionar nuevos accesos de las vías de circunvalación a las estaciones de transporte público (7.625 millones de inversión), además de promover aparcamientos disuasorios (1.605 millones).

Otro aspecto importante es la adaptación de toda la red viaria, y no sólo la urbana, a la movilidad eléctrica. SEOPAN estima que será preciso destinar 9.918 millones a infraestructuras de recarga para que la movilidad eléctrica sea una realidad. Y buena parte de esta inversión será absorbida por las ciudades.

Por otro lado, tecnologías como el 5G, la inteligencia artificial o el big data pueden contribuir al desarrollo de la ‘smart city’. La instalación de cámaras y sensores conectados facilita la recogida de datos, permitiendo una optimización del tráfico mediante el ajuste de semáforos o facilitando información en tiempo real a los conductores, una mejor gestión de los aparcamientos, etc.

Urbanismo y espacios verdes

El constante crecimiento de las ciudades ha conducido, en ocasiones, a una edificación descontrolada, sin atender de criterios como los cauces naturales de los ríos y sus posibles crecidas, ramblas por las que discurren las aguas cuando se producen lluvias torrenciales, etc.

“Las inundaciones constituyen la mayor catástrofe natural en España, al concentrar el 98% de los daños en bienes y personas y perdidas pecuniarias, que, desde 1981, suman más de 5.320 millones de euros de daños”, destacaba Julián Núñez, presidente de SEOPAN, en una comparecencia ante la Comisión Mixta para la Coordinación y Seguimiento de la Estrategia Española para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

“Las infraestructuras para prevenir avenidas e inundaciones programadas en el ciclo de planificación hidrológica 2016-2021 representan 938 millones de euros, valor que se incrementa hasta 1.397 millones, según el último informe realizado por la Universidad Politécnica de Madrid, si se considera un horizonte temporal de 2027, y que en caso de extenderse hasta 2033 concluye con 5.109 millones de inversión en un conjunto de 226 medidas de presupuesto igual o superior al millón de euros”, especificaba.

“Se trata de actuaciones de gran variedad, de distinta índole y volumen de inversión, incluyendo desde obras de reposición y conservación del litoral, obras de restauración ambiental y fluvial, recuperación de entornos ecológicos y retiradas de arrastres y vegetación hasta encauzamientos de ríos y construcción de presas”, señala la asociación en su documento ‘Inversiones y reformas para su inclusión en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia de la Economía Española’, elaborado en colaboración con Tecniberia.

Además, en el urbanismo ha de contemplarse el aprovechamiento de los elementos naturales presentes en el entorno, tales como arroyos y vías pecuarias. Igualmente, convendría tener en cuenta el diseño de sistemas de aguas pluviales que permitan recoger y limpiar el agua de lluvia.

También se ha considerar la importancia de los parques y zonas verdes en la ciudad del futuro. “Hace falta más armonía ambiental, más árboles, más bancos para sentarnos, más espacio para criar a nuestros hijos, calles para disfrutar, comprar y movernos de la forma más natural posible”, resume Montalbán.

SEOPAN propone varias actuaciones de creación de infraestructura verde en el ámbito urbano, que representan más de 6.000 millones de euros de inversión, como soterramientos de vías y ferrocarriles urbanos para recuperar espacios verdes para el ciudadano o túneles alternativos para suprimir el tráfico en superficie. Sólo en Madrid, estima que habría que invertir 4.360 millones de euros en este tipo de actuaciones. Y en Barcelona y Gerona, sería preciso destinar otros 1.640 millones.

Residuos urbanos

La reducción del impacto ambiental de las ciudades en la calidad del aire y la gestión de los desechos es uno de los objetivos de desarrollo sostenible enumerados por Naciones Unidas. SEOPAN advierte que en España apenas se recicla el 34% de los residuos, por lo que estamos lejos de las exigencias de la Unión Europea, que fija un objetivo del 55% para 2025 y del 65% en 2035.

Además, señala que tenemos un déficit inversor en infraestructuras de tratamiento y valorización de residuos. Y en el ámbito urbano, la situación es aún peor, ya que el 60% de los residuos que generamos acaba en el vertedero, sin tratamiento alguno o sin valorización energética

Por ello, la asociación indica que es urgente invertir en la puesta en marcha de 16 plantas de tratamiento mecánico biológico y 14 de valorización energética, con una inversión estimada de 1.304 y 5.218 millones de euros, respectivamente.

Las posibilidades de la ‘smart city’ también llegan aquí. Gracias a la sensorización y monitorización de los contenedores y al análisis de los datos generados, en la ciudad del futuro se podrían optimizar las rutas y ajustar la recogida de residuos a las necesidades reales. Incluso sería posible predecir cuándo se llenarán los contenedores, adelantándose así a la demanda.

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