La salida del Reino Unido de la Unión Europea ha supuesto una reconfiguración de sus relaciones comerciales con el Viejo Continente. Las consecuencias del impacto del Brexit empiezan a ser palpables. España es uno de los países más afectados por el Brexit, ya que es uno de nuestros principales socios comerciales.
El referéndum de 2016 sobre la permanencia de Reino Unido en la Unión Europea marcó el comienzo del fin del viaje iniciado en 1973, con su integración en la Comunidad Económica Europea. Desde entonces, su pertenencia a la UE siempre ha sido un asunto controvertido y muy discutido internamente.
Finalmente, con el triunfo del ‘no’ en la consulta, y tras las duras negociaciones para acordar los términos de salida, el Brexit se consumó el 1 de enero de 2021, configurando un nuevo escenario para las importaciones e importaciones entre Reino Unido y el resto de sus antiguos socios continentales, como España.
“Desde el 1 de enero, los flujos de mercancías entre España y el Reino Unido dejaron de tener la consideración de operaciones intracomunitarias para pasar a estar sujetos a formalidades aduaneras y a la liquidación del IVA, en el caso de las importaciones —las exportaciones están exentas—, que suponen un volumen anual de 11.808,21 millones, con datos de 2019”, detalla Antonio Llobet, presidente del Consejo General de Agentes de Aduanas.
Nuevas exigencias como consecuencia del Brexit
La situación creada por el impacto del Brexit complica las operaciones comerciales. “Los importadores y exportadores han tenido que adaptar sus procedimientos a los nuevos requisitos aduaneros y de controles en frontera para mantener sus cadenas de suministro con el que ahora es un tercer país. Por un lado, deben incorporarse a registros administrativos, como EORI, REX, REDEME… Por otro lado, han de proporcionar, para sus compras o ventas, información muy detallada y veraz sobre los productos y su valor. A partir del 1 de enero de 2021, el comercio entre una parte de Reino Unido —Gran Bretaña, en concreto— y Europa requiere de una declaración aduanera, que no es otra cosa que una ‘declaración tributaria’, y de otras específicas, según el producto del que se trate”, indica Inmaculada Ugarteche, directora del clúster UniportBilbao.
Además, reseña que “ahora, más que nunca, es fundamental la figura del representante aduanero, profesionales reconocidos por la Agencia Tributaria para representar a los importadores/exportadores, así como su papel para asesorar y ayudar en los distintos procedimientos, tanto ante la Aduana como ante los diversos Ministerios encargados de los controles en frontera”.
De este modo, los operadores y los puertos han tenido que adaptarse a este nuevo marco tras el impacto del Brexit. Ugarteche explica que el puerto de Bilbao comenzó a prepararse con más de un año de antelación, ya que Reino Unido es su mayor mercado. “Hemos rediseñado la operativa para que una vez que esté en tierra el contenedor o el remolque, con o sin conductor, se pueda poner en camino hacia su destino final cumpliendo con facilidad con los nuevos requisitos o que pueda embarcarse en el menor tiempo posible. Se han hecho, asimismo, mejoras infraestructurales y se han adaptado los servicios a los horarios de las líneas con Reino Unido, sobre todo en los ferries con carga acompañada, dado que las empresas de transporte, en este caso concreto, tiene ahora la responsabilidad de prenotificar a las Administraciones Aduaneras la carga que llevan en uno u otro sentido”, desgrana.
Además, algunas empresas del sector privado y el clúster han organizado jornadas y talleres para informar y formar a los exportadores e importadores menos acostumbrados a trabajar con países extracomunitarios, “para que preparen y faciliten con la mayor antelación toda la documentación comercial, controlen y contraten bajo un Incoterm adecuado, identifiquen perfectamente la mercancía, sean exhaustivos en los datos que deben aparecer en la factura comercial, adelanten en la medida de lo posible el despacho (predeclaración aduanera) y, en las importaciones de Gran Bretaña, eviten que lleguen a la UE en régimen de Transito Común, en especial si el país de entrada es el mismo que el destino, puesto que añade más tareas y puntos de control”.
Impacto del Brexit heterogéneo
España ha mantenido unas excelentes relaciones comerciales con Reino Unido en los últimos años, por lo que nuestro país se ha visto particularmente afectado por la redefinición del escenario. “Es uno de los principales mercados de las exportaciones españolas, con un volumen anual de 20.000 millones de euros; y el segundo destino de la inversión directa, que alcanza cerca de 85.000 millones. Además, es el quinto socio comercial para España, por detrás de Alemania, Francia, Italia y Portugal”, precisa Llobet.
Los datos parecen confirmar los vaticinios que adelantaban una ralentización de las operaciones entre ambos como consecuencia del Brexit. Según las cifras del último Informe Mensual de Comercio Exterior, con datos acumulados de enero a junio de 2021, Reino Unido fue receptor del 6% del total de las exportaciones de España. Apenas dos años antes —soslayando los datos de 2020, afectados por la pandemia—, el país británico recibió el 6,8% de nuestras exportaciones totales.
En cualquier caso, debemos tener en cuenta que los datos registrados en este ejercicio están muy condicionados por las circunstancias tan atípicas en las que ha tenido que desarrollarse cualquier actividad económica en el último año y medio.
Además, no todos los sectores se ven igualmente afectados. “El impacto del Brexit sobre la economía española será heterogéneo a escala regional y sectorial; y dependerá de la distinta exposición comercial frente al Reino Unido en cada caso. Asimismo, el acuerdo comercial alcanzado representa un alivio para los sectores más orientados a la exportación, como el agroalimentario, el textil y la industria del automóvil, que han logrado evitar los aranceles a sus productos”, explica el presidente del Consejo General de Agentes de Aduanas.
Llobet precisa algunos de los sectores más perjudicados por la salida de Reino Unido de la UE. “Según el acuerdo alcanzado, el sector pesquero dispondrá de un periodo de transición de cinco años y medio durante los que podrá acceder a las aguas británicas, aunque reduciendo sus capturas en un 25%, lo que podría afectar a la actividad y al empleo del sector. Además, el turismo es el sector más afectado. Pero en importaciones y exportaciones, la automoción y el sector agrícola son quienes se llevarán la peor parte con la implantación de nuevos aranceles. Los coches fabricados en España se venden, principalmente, a Francia, Alemania y Reino Unido. Las operaciones de exportación de automóviles a Reino Unido se han encarecido, tanto para los exportadores como para los consumidores británicos. En cuanto al sector agrícola, los hipotéticos pactos con terceros países por parte de Reino Unido pueden, casi con toda seguridad, suponer una desventaja para el exportador español tras el Brexit, a pesar de la buena calidad y percepción de nuestros productos”.
Asimismo, Ugarteche remarca que “la nueva relación entre Reino Unido y la Unión Europea requerirá un tiempo de ajuste”. “El paso del tiempo irá definiendo más las relaciones comerciales entre los dos bloques y serán los acuerdos bilaterales o reconocimientos mutuos —certificados, cualificaciones, etc.— los que irán manteniendo o incrementando los tráficos. Por otro lado, los flujos también dependerán de los acuerdos comerciales entre los países y empresas privadas que, hasta la fecha, han sido socios preferenciales”, afirma.
Al margen del flujo comercial entre Reino Unido y España, el Brexit también traerá nuevas oportunidades para nuestro país y para el resto de socios comunitarios. “La mayor complejidad del comercio entre los dos bloques hará menos atractiva la implantación en el Reino Unido para las empresas que deseen acceder al mercado europeo”, remarca el presidente del Consejo General de Agentes de Aduanas.
Igualmente, Antonio Hernández, socio de Sectores Regulados y Análisis Económico de EY, reseña que “conviene analizar en detalle la conveniencia en determinados casos de llevar a cabo cambios de la estructura internacional de los grupos empresariales a nivel corporativo, operativo y/o fiscal”, teniendo en cuenta que Reino Unido irá firmando acuerdos preferenciales con países relevantes —EEUU, Japón, etc.— “que concederán a las empresas establecidas en Reino Unido mejor acceso a esos mercados”.