Crecimiento, almacenamiento e integración. Sobre estas tres patas pivotan los grandes retos de tecnologías maduras, competitivas y limpias que aspiran a liderar la transición energética de Europa y su neutralidad de carbono para 2050.
«Sí, ésta es la década de las renovables, en general de la sostenibilidad; o lo es o no habrá muchas décadas más». Jose Maria González Moya, director general de APPA (Asociación de Empresas de Energías Renovables). Renovables, suena a algo parecido al orgullo al otro lado del teléfono. Las energías renovables en España, cuya historia se remonta a finales del XIX y tiene perfil de montaña rusa, encara su ‘boom’ definitivo con el reto de liderar la transición ecológica y aportar su granito de arena nacional a la anunciada neutralidad de carbono de Europa para 2050.
En 1900, la hidráulica, la primera renovable, le plantaba cara a la térmica, según desgrana La energía hidroeléctrica ayer y hoy, trabajo publicado por la Universidad de Lleida en 2013. En 1992, las energías no renovables –carbón, petróleo, gas natural– le habían pasado por delante. Una nueva generación de tecnologías verdes comandada por la eólica y la solar empezó el siglo XXI arropada por un plan de fomento que en 2010 veía cumplido su objetivo de generar el 30% de la electricidad a partir de fuentes renovables (ese año se cubrió el 35% de la demanda). En 2008 se produjo un ‘boom’ en la fotovoltaica, con la proliferación de las llamadas granjas solares, primadas. Aquella burbuja pinchó. Y, entre 2013 y 2017, el sector sufrió un brusco parón.
«Hemos recuperado el ritmo en despliegue de renovables», asegura González Moya. «En 2019 fuimos el principal país europeo en añadir potencia, con más de 7.000 nuevos megavatios incorporados al sistema; en 2020 estuvimos entre los primeros», añade. «Las renovables alcanzan el 43,6% de la generación de energía eléctrica en 2020, su mayor cuota desde que existen registros», lanzaba en diciembre REE (Red Eléctrica de España). Bien es verdad que fue un año atípico, con una demanda anormalmente baja debido a la covid-19, un diciembre de lluvias abundantes y mucho sol en primavera. Aún así, «vamos por el buen camino», declara González Moya.
A finales de 2018, cuando la Comisión Europea presentó su visión estratégica para 2050, fijó como objetivo intermedio para 2030 «al menos un 40% de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero con respecto a 1990, y al menos un 32% de cuota de energías renovables«. En septiembre de 2020, y en el contexto del Pacto Verde Europeo, elevó ese 40% a un 55%. El sector está a la espera de conocer cuánto aportarán las renovables en el nuevo escenario. «Iremos a tasas del 40%, por lo menos», avanza González Moya.
Reto 1º: crecimiento
«Necesitamos crecer del orden de 5.000 o 6000 megavatios por año para cumplir objetivos», recuerda el director general de APPA. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030 prevé instalar en torno a 60GW renovables en la próxima década y, para ello, plantea, además de otras fórmulas, seguir con las subastas en España; las convocadas por el Gobierno entre 2016 y 2017, para llegar a un 20% de energías limpias en 2020, fue maná caído del cielo para un sector famélico por aquel entonces.
A diciembre de 2020 había 27 GW eólicos en funcionamiento. «Tendríamos que alcanzar los 50 GW en 2030 para cumplir las previsiones del PNIEC, que marca una tasa de penetración de las renovables del 42% en 10 años, y el 74% de la electricidad de origen verde (un 100% para 2050). La eólica, responsable de algo más de la quinta parte de toda la producción (21,7%), fue la de mayor presencia en 2020, según datos de REE. «Será la primera energía del mix para 2030», vaticinaba en 2019 Juan Virgilio Márquez, director general de la AEE (Asociación Empresarial Eólica). Su predicción va camino de cumplirse, según coincide González Moya.
Si a los 11 GW generados en plantas sumamos unos 1.500 megavatios más de autoconsumo fotovoltaico, salen algo más de 13 GW solares instalados en total en España. Aún faltarían más de 26 GW para llegar a los 39 GW necesarios para 2030 según el PNIEC. «La fotovoltaica es la que más crecimiento va a experimentar en los próximos años; también el autoconsumo eléctrico«, avanza González Moya. Cada vez se comercializan más placas solares y kits de autoconsumo. Y más baratos.
«La tecnología fotovoltaica es la más baja en costes», observa Fundación Renovables al hilo de la última subasta de renovables, celebrada en enero; la primera del periodo 2020-2025 prevista por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO). La Fundación Renovables se congratula por sus resultados: más de 9.700 megavatios en ofertas presentadas, 3.043 adjudicados a 32 proyectos. «Evidencian el potencial y la buena salud de las renovables en España, con un gran apetito inversor que permitirá descarbonizar el sistema eléctrico», afirma en nota de prensa. Aunque «ha generado una concentración de adjudicatarios, con un perfil de grandes macro-proyectos detrás, ahondando más en la brecha entre los grandes y los pequeños agentes», lamenta.
Reto 2º: Almacenamiento
El 9 de febrero de 2021, el Consejo de Ministros aprobó la Estrategia de Almacenamiento Energético, clave para integrar las energías renovables en el sistema, «ya que permiten guardar la energía en los momentos en que hay excedente para utilizarla cuando el recurso renovable es escaso o la demanda, elevada», según informan desde MITECO. «El documento contempla disponer de una capacidad total de unos 20 GW en 2030, contando con los 8,3 GW de almacenamiento disponible a día de hoy, y de unos 30 GW para 2050», añade.
Entre las tecnologías menciona, por su madurez, las baterías o las centrales hidráulicas de bombeo, que permiten impulsar el agua para almacenarla en depósitos a gran altura y liberarla para producir electricidad cuando hay alta demanda. Entre los combustibles más innovadores destaca el hidrógeno renovable, o verde, «que desempeñará un papel clave en la reducción de las emisiones de sectores difíciles de descarbonizar, de procesos industriales de alta temperatura o de medios de transporte convencionales, desde los vehículos ligeros a los pesados, autobuses o trenes».
Reto 3º: Integración de fuentes limpias en el sistema
«La transición energética no es solo instalar renovables; es poder integrarlas. Para ello necesitamos desarrollar las redes de transporte y distribución de manera acompasada. La red no tiene una capacidad infinita, pero tampoco queremos que sea un cuello de botella para la integración de renovables», reflexionaba Rosalía Rivas, jefe del Departamento de Fiabilidad del Sistema Eléctrico en REE, en el webinarObjetivos Renovables 2020: lecciones aprendidas y retos para el 2030 organizado por APPA a finales de diciembre. El almacenamiento y la interconexión con Francia (cuya capacidad actual es de 2,8 GW, cuando la UE marca 10 GW) serán «herramientas de flexibilidad que facilitarán esta integración», defendió.
«Ya estamos acostumbrados, desde hace tiempo, a operar un sistema con mucha eólica y con un poquito menos de fotovoltaica. Pero no con un 83% de renovables en el mix de producción, como está previsto para 2030», reconoció Rivas, que resumió en tres los retos que plantea el nuevo escenario: hacer mucho más flexible el sistema, con incorporación de Inteligencia Artificial; mucho menos centralizado y más abierto a nuevos actores (como los auto-consumidores), para lo que va a necesitar digitalizarse; y adaptado a las características técnicas del nuevo mix energético.